sábado, abril 02, 2016
De cámara argentina
Nadie da lo que no tiene, es verdad. Como es frecuente ver que algunos hacen el gesto de dar, y se ve que no tienen.
Es claro también que, por otra parte, no todos dan lo que tienen.
Siempre es feliz ver que algunos efectivamente tienen lo que dan. Y que otros, no, claro, lo que por vía paradojal también tiene su felicidad.
Como fuere, al final, los que de veras son mejores -o son, a secas, sin más- resultan emblemáticos.
Entre otras razones, por esto mismo, unos dos años atrás, le hablé de Carlos Roldán, un prodigio raro.
¡Caramba, con el mocito...! Volvió por sus fueros y el año pasado grabó otro disco más.
Ya se lo había recomendado entonces. Y tengo que hacerlo otra vez.
El hombre de veras sabe hacer lo suyo. Con idéntica solvencia, con la misma prestancia y justeza. Para componer y para ejecutar, sin afectación. Para interpretar y para decir, sin pose.
Y mejora con los años, y eso se aprecia por infrecuente.
Lo que no ha cambiado es su generosidad, que es parte casi substancial de su arte. Y hasta diría -otra vez- que es de su persona, aunque no lo conozco sino por sus obras y gestos.
Así las cosas, y por todo lo dicho, esto es para mí -que no tengo por qué saberlo porque no tengo cómo- música de cámara argentina, verdaderamente.
Ahora bien.
Siga la guitarra. Un enlace en el encordado, que aquí ve, lo llevará a una página en la que Carlos Roldán ha dejado sus músicas.
Una vez allí, fácilmente, verá lo que tiene que hacer para quedarse con los 18 discos, que lo esperan sin apuro, serenamente, en un listado a la derecha.