El fraile Luis Berger fue un valón de notable actuación en las Misiones Guaraníticas. Su especialidad fue enseñar la pintura a los indios, cosa que hizo bien y con la que hizo el bien. Pero la música no le era ajena y se dedicó también a enseñar los instrumentos con el mismo empeño y buen suceso.
De él tomó nombre el ensemble argentino Louis Berger que se especializó en la música de aquellos tiempos barrocos americanos y en particular en la música que se hacía en las Misiones y virreinatos.
En un trabajo publicado en 1999, el ensemble grabó tres obras que aquí dejo.
Una, la Missa de Lima, pertenece a Roque Ceruti, un italiano de Milán que se instaló a principios del XVIII en Lima y tuvo cargos en las músicas de allí. Es, como si dijéramos, lo que Domenico Zipoli es a Paraguay. La culpa de que hubiera italianos notables por estas tierras en esos tiempos, hay que colgársela a don Felipe, el primer borbón (tal vez a sus dos sucesivas esposas itálicas...) que fue quien incorporó ese nuevo gusto musical en cuanto llegó al trono y lo exportó a las Indias.
Otra obra resulta ser una ópera-cantata que pertenece al dizque primer músico nacido de tierras americanas: fray Esteban Ponce de león, limeño.
Al final, un discípulo de Ceruti, Jose de Orejón y Aparicio, compuso una cantata que enhebra villancicos del Perú, en el estilo de su maestro.
Y por ahora parece bastante, asigún un servidor.