miércoles, abril 13, 2016

1965




Faltaban unos meses para que cumpliera 9 años.

Y fue en el otoño de ese año que le apareció a un servidor uno de esos parteaguas en la vida: atrás queda lo de atrás y adelante viene una vida distinta.

Así que me va a tener que perdonar la confidencia.

1965. Un accidente me tuvo a la sombra casi un año entero, inquilino de un enorme y por entonces muy coqueto nosocomio porteño. Claro que allí, en los primeros meses, más muerto que vivo, no tenía mucho que hacer. Y en los meses siguientes, más preso que libre por las quebraduras y las mataduras, tampoco. Casi todo era leer: revistas de aventuras y vidas ejemplares, libros de hazañas, mitologías, la colección Robin Hood, rama masculina. Algún que otro raid en silla de ruedas por jardines y otras dependencias prohibidas, recibir atentas visitas de 16 a 19, oír los partidos del Auriazul en una bonita Spika forrada en cuero marrón. Conversaciones con otros inquilinos, todos casos desopilantes o de tratamientos de años. Y no mucho más.

¿Cómo que no mucho más?

Estaba la música, compadre. La música.

Algo sonaba en la Spika.

Pero mi tesoro era un tocadisco Wincofon monoaural -gris y beige, con toques marrones- que me habían dejado entrar de contabando y que tenía un lugar de honor en el cuarto, junto a la cama ortopédica, en una mesita ad hoc. Y más que el continente, me importaba el contenido, porque era único, en todo sentido: un disco CBS simple de 33 r.p.m..

Julio Sosa cantaba El Firulete, de Taboada y Mores. Cuando lo ponía del otro lado (¿cuál era el lado A?), sonaba Nada, de Sanguinetti y Dames.

O tempora...

Y si le digo que en esos días encontré -a los 8 años y pico- la puerta del tango, ¿me creería? Pues, mi amigo, créame porque así fue. ¿Obligado por la "prisión" hospitalaria? No, señor. No...


En estos días, con el óbito ilustre del ilustre y musicalmente facundo Mariano Mores, lo van a nombrar bastante. Se lo oirá aquí y allá, seguramente. Se dirá que es el autor de casi todo. Y cosas así.

Para mí, es un Wincofon monaural de mis meses a la sombra. Es un disco simple con una etiqueta anaranjada. Es El Firulete de su autoría, en la buena voz de Julio Sosa, el uruguayo.


¡Salud, don Mariano!


Y muchas gracias.