Y estaba Eduardo Falú.
Cuando era chico, oyendo a Falú pensaba dos cosas: que a veces eran dos guitarras y que, cuando cantaba, fingía la voz gruesa. Mingo se reía.
Pero nunca se reía cuando lo oía. Y lo que es mejor: nunca imitaba su voz cuando cantaba "a dúo" con él. Ni cuando cantaba cosas de Falú.
Ahora, viendo y oyendo, recordando y pensando, es cosa que hay que agradecerle.
Falú tiene esa voz oscura, honda, triste, melancólica. Y es suya. Con los años lo conocí y lo traté apenas. Y es suya la voz. Y ahora que lo digo, creo que la guitarra es su voz, en todo caso.
Mingo tenía otra voz. La suya. Y era la voz con la que hablaba y con la que cantaba. Y con la que oía.
Bien hecho.