Fue algún tiempo antes de que el cielo lo reclamara.
- Di Fulvio toca, me dijo. Hay otros que saben tocar. Pero Di Fulvio toca.
Ya lo había oído decir eso. Hablaba de músicas pocas veces. En los veranos, en Córdoba, lo oía hablar con sus hermanos. Tenían gustos parecidos.
Pero Di Fulvio era cosa suya de él. Y así, por él, pasó a ser cosa mía.
Muchas otras cosas le oí oír. Y entonces son muchas las que quedarán para mí.
Este homenaje termina con la guitarra de Carlos Di Fulvio.
Mingo está conforme.