lunes, septiembre 28, 2015

Mingo /4


Mingo nació en el campo, en Manzanares, en 1921. Y allí se crió de chico. Y allí volvió una y otra vez hasta que ya no volvió más.

Durante años, en aquellos parajes no hubo más que cocina a leña, farol (Sol de noche, claro...), lámpara a querosén, pozo de agua, molino.

Así que la música tenía que venir de uno, nomás.

En el campo (o en las sierras, muchos años también, veranos), Mingo cantaba poco. A veces, si estaban sus hermanos, si le pedían, algún fogón, algún asado, una boda, si acaso.

Pero en el campo Mingo silbaba, tradición familiar de sus padres y así para atrás, centenios. Silbar.

Y silbaba más que nada cosas nuestras. Bastante folklore, algún tango. De vez en cuando algún bolero, cosas mexicanas.

La guitarra lo maravillaba, y el piano. Apenas si pulsaba las cuerdas. Casi nada. Pero, en otros, no admitía la técnica como pasaporte. El fuego, decía, tiene que haber; el sentimiento. El tocar, más que el saber tocar.


Atahualpa Yupanqui, por ejemplo.