Pasa eso.
Uno se acostumbra. Y no está bien.
Ella. La novia de Händel, de Vivaldi, de Porpora, de Mozart, de Pergolesi, de Scarlatti, de Purcell, de Monteverdi, en fin: del entero barroco, resumiendo.
Y un día, como si tal cosa, nos enteramos de que tiene otros amores y se nos aparece en casa con otros tipos.
Simone Kermes, soprano alemana de mi preferencia.
Podría ser triunfo del desengaño. Y fíjese que no...
Briceño, Federico García Lorca, Sting, Jimmy Page o el austríaco Udo Jürgens (y hasta Lady Gaga, pero antes de llegar a ese extremo, di la vuelta...)
Es verdad: abarrocando un poco, aquí y allá.
Pero ella, siempre.
La perdono, qué remedio me queda.