Esta vez no es una. Son dos.
Pero diría que estas dos valen menos que lo que valía una sola ayer. Y sin casi.
Y lo digo con pena, porque Chabuca Granda me gusta.
Hace unos 15 años apareció un disco con unas músicas inéditas de la peruana, encontradas como por azar, en una caja vieja y empolvada. Estaban en una cinta grabada.
Entre ellas, esta dos que dejo aquí. No por gusto, exactamente. Si me apuran, por disgusto.
La valse créole es un valsecito peruano, pero en francés. Un desafío de un programa de concursos para ver si podía componer un vals peruano... en francés. Una verdadera estupidez, indigna de Chabuca. Cuánto lo siento.
La otra pieza es otro valsecito malparido. Pero está vez en una mezcla de inglés y castellano. Ahí sí que no sé por qué lo hizo. Y no imagino ninguna razón admisible, como no sea irónica o humorística.
El vals peruano, mi querida Chabuca, no es un ritmo. Me extraña, araña. Es una idiosincrasia.
¿Sabe lo que quiere decir, usted me disculpe, señora, el atrevimiento? Ídios, syn, krasis: una mezcla peculiar, propia, un temperamento propio.
Mezcla, ¿ve? Y la lengua es la expresión más humana de la idiosincrasia de una persona y de un pueblo. No las notas de la música de un valsecito peruano solamente, si le pone letra. Porque si no le hubiera puesto letra, la melodía no sería ni francesa ni inglesa: sería peruana a secas. Dejaron de ser valsecitos peruanos cuando les puso letra en otras lenguas.
Chabuca, querida mía: el valsecito peruano nace de un sentimiento que no se dice sino en la lengua de Castilla. Sentimos con la lengua de Castilla, hermana mía.
La poesía no son las palabras: es sentir con ese idioma lo que se siente, sentirlo en ese idioma.
Eso es lo que hace de Cervantes o Garcilaso o santa Teresa o Miguel Hernández, poetas.
Y me atrevo a decir que Baudelaire es poeta porque sintió en francés. Y Shakespeare, porque sintió en inglés. Y por eso es tan, pero tan difícil la traducción de la poesía, en cualquiera de sus formas.
Es un asunto complejo y difícil. Sobre todo porque una lengua no es un sistema solamente, ni en principio. Y porque sentir no es eso que los empiristas o los románticos creyeron malamente.
El corazón, eso lo sabe hasta un adolescente, es el centro de la persona. Y la poesía sale de allí.
Pero para entender eso hay que hacerle más caso a san Agustín y menos a los productores de programas de concursos de la tele o a los creativos de las discográficas.
Y, tal vez por no seguir ese camino, Chabuca esta vez se agranda. Y esta vez se trabuca.