miércoles, octubre 09, 2013

 


Me decían ayer que me quedé enredado.


Y no es verdad.

Que si lo fuera, o así hubiera sido, lo admitiría sin pena.

Pero no es verdad.

Y no me molestaría en absoluto si fueran las cuerdas del cello las que me hubieran enredado.

(Porque es por el cello que me lo decían, eso se sabe...)


Pero no es verdad.


Y fíjese que, entre cello y cello, hasta tuve tiempo de sobra para oír a Tudor Gheorghe, el rumano.






¿Ve?

Tiempo hay para todo.

Y cada día tiene su afán.