miércoles, octubre 30, 2013

Don Franz

L'Arpeggione es una sonata en La menor de Franz Schubert.

Soy muy gustoso de presentarla aquí en la versión de los húngaros Miklós Perényi y András Schiff, en cello y piano respectivamente.






Claro.

Muy bien.

Pero el asunto es que el tal arpeggione del título tiene su historia.

Vean si no lo que veo por allí:

Corría el año 1823 cuando el luthier vienés Johann Georg Stauffer diseñó y construyó el primer arpeggione.

Era el arpeggione un instrumento de cuerda frotada, de 6 cuerdas, organizado y afinado como una guitarra, pero con estructura similar a la del violonchelo, es decir, un instrumento muy emparentado con la viola da gamba, que ya estaba en desuso en la época, instrumento que tiene también seis cuerdas, aunque la forma en sí del arpeggione se parece más a la de los laúdes medievales… Su inventor lo llamó “arpeggione” porque se supone que estaba especialmente dotado para producir arpegios, debido a su guitarrística afinación.

El caso es que el instrumento gozó de un cierto favor del público vienés… durante seis u ocho años, quizá diez, pasados los cuales pasó a ser un instrumento olvidado, una curiosidad más en la larga lista de olvidados instrumentos musicales que una vez fueron y luego… no fueron. Pero durante esos años, y tras las oportunas presentaciones de las posibilidades del nuevo instrumento, algún compositor se lanzó a componer obras para este él, entre ellos nuestro Franz Peter Schubert, que ya era por entonces un compositor de cierta fama, aunque tampoco es que tuviera ni la milésima parte de la fama que tiene ahora. Hay quien dice que fue el propio inventor, Johann Georg Stauffer, quien encargó la obra para promocionar su criatura, y hay quien piensa que en realidad quien la encargó fue Vincenz Schuster, un amigo del propio Schubert y virtuoso del arpeggione, para su lucimiento personal.

El caso es que Schubert compuso (y se supone que cobró de algún modo) la obra en 1824, quizá se ejecutaría alguna que otra vez entre amigos o en representaciones privadas… y nunca se publicó en vida del compositor. Cuando esta sonata por fin vio la luz, en 1871 (nada menos que 43 años tras la muerte de Schubert), el arpeggione no sólo había perdido todo favor por parte del público, sino que había caído completamente en el olvido… donde sigue. De hecho deben quedar, en no se sabe qué estado, uno o dos arpeggiones olvidados en algún museo de los horrores musicales, que quizá se salvaron de la quema porque eran bastante decorativos, supongo, así que ahora nadie sabe cómo sonaba esta obra ejecutada con el instrumento para el que fue concebido.