Que no da nueve, sino seis, como todo el mundo sabe.
Claro, mi estimado amigo: tres por una parte, tres por la otra; o cada tres, tres. Lo dicho: seis. Porque estoy hablando de música. Y por matemática que quieran llamar a la música, su patria de origen es otra.
El caso es que, en un recreo de la vida y la obra de un servidor, estaba ordenando sonidos en la cueva y di con unas melodías guardadas que me trajeron recuerdos de algunas de las películas que más me han gustado, unas por esto y otras por aquello.
No hay que teorizar mucho ahora sobre el asunto, y usted disculpe. O tal vez lo agradezca, claro.
No sé si deberían competir entre ellas; pero hago que se trencen así, de a tres por bando, porque, al oírlas en rebaño, me pareció ver que se podía y que cada cual parecía que se iba con las de su tribu, como naturalmente.
Y así es como están por un lado las mediterráneas, por llamarlas así. Y están por otro lado, por decirlo de algún modo, las gringas.
En otras entradas, para no abrumar al oyente lector, irán pasando por aquí.
Un adelanto eso sí le puedo dar. De lo que viene o de otras películas, por qué no, pero en el mismo registro. Claro que por ahora no son tres por tres...
A ver.
Esta versión que canta en portugués Dulce Pontes del tema de Cinema Paradiso tiene que ir fuera de concurso. En las mismas condiciones, otro tema de la misma película pero ejecutado sólo en piano. De Nothing Hill, ya que estamos, llega Charles Aznavour con su extraño inglés haciendo She (y por el mismo precio, le regalo lo mismo por el mismo, pero ahora en su igualmente extraño italiano...)
Por la misma vereda, al fin, camina algo de la música de Shakespeare in love.
Y listo.
A tomar mate, que es la hora.