Será.
Pero digo que mediterráneas son algunas por inspiración, no por la partida de nacimiento. Y gringas, por lo mismo, aunque en este caso es más difícil, como que aquellas son más universales que éstas.
Hay aquí ejemplos de cada una, y, en parte, ejemplos de esto mismo que digo.
El Padrino III es estadounidense. Pero la novela que le dio origen es italiana, y el director que la filmó es de origen itálico, y el protagonista. Y los autores de la música. Pero El Padrino III es estadounidense.
Sin embargo, creo que no por estar circunstancialmente ambientada en Sicilia o porque se mezclen fragmentos de Leoncavallo es más mediterránea en su concepción. Podrían haberla filmado entera en Nebraska y seguiría siendo mediterránea por las mismas razones.
En la banda de sonido de la película, esto que se oye se llama Preludio y Siciliana y tiene el sello de Nino Rota.
He aquí otro caso, de lo mismo. Stephen Warbeck, inglés por ejemplo, compuso esta Canción para Pelagia que es música de La Mandolina del Capitán Corelli.
El autor compuso también la de Shakespeare in Love, fíjese lo que digo. Y para el caso, Louis de Bernières –el autor de la novela que dio origen a la película sobre la mandolina- es inglés de nacimiento, como el director del filme.
¿Y la canción para Pelagia?
No, ahí tiene, ¿ve?…, ésa no es inglesa.
Hay, si quiere y para donarle, una versión instrumental, que no es menos.
* * *
Pero, habitualmente, los gringos hacen música gringa.
El estadounidense James Horner, por caso, le puso música a decenas de películas desde 1979. Desde El nombre de la rosa hasta Avatar o Apocalypto, pasando por Titanic, Faivel va al oeste o Jumanji.
Este buen hombre, además, fue quien compuso lo que se oye en Corazón Valiente y en El último de los mohicanos, de la que hay también una curiosa segunda versión con sus matices.
Y vuelvo otra vez a James Horner, qué remedio.
Ahora con el tema principal de Legends of the Fall, que no sé por qué se llama en castellano con el nombre trivial de Leyendas de Pasión, lástima de traductores.
Gringas sin atenuantes se me hacen las tres. Y no dije nada malo con eso, porque las tres me parecen logradas. Pero que son gringas, son.
Ahora bien.
Por su parte, me parece que Ennio Morricone -otro prolífico cinéfilo- no necesitaba Cinema Paradiso para ser Ennio Morricone. O tal vez sí. Quién sabe.
El caso es que este Tema de Amor para Nata o aquel que lleva el nombre de la propia película, valen por sí, a mi sabor.