Porque hay otro, que es el mismo Gregorio Allegri, pero más difícil de encontrar, muy difícil.
Pero allí está.
O para decir mejor, a veces está y a veces no. Porque resulta que, como se verá más adelante, es más lo que se supone oculto e inédito que lo que hoy por hoy está a disposición.
Es verdad que su Miserere, con ser una obra excelente y magistral, no deja ver el bosque de su obra restante y buscarla es tarea que no se puede sin paciencia.
El comentario musicológico lo dejo para los peritos en esas cosas.
A un servidor, el sujeto, en estas músicas que dejo ahora, se me hace elegante. Su stilo antico, de Renacimiento tardío, como ya decían, es una particularidad de sus partituras que aligera con gracia el peso del barroco de sus años. Con más gracia que la de su fisonomía, se entiende, que no era muy agraciado el hombre al parecer.
Pero oigan por ustedes mismos y no me hagan mucho caso.
Porque ya saben lo que dicen: para un Allegri no hay nada mejor que otro Allegri.
En una entrada de la bitácora ens, a mediados de enero de 2007, hablé del Miserere de Gregorio Allegri e incluí algo descuidadamente la música, que finalmente desapareció del lugar al que había dirigido el enlace.
(Esa pasión de acurrucarse al lado de famosos homónimos para que salpique algo de su gloria, no me apura en lo más mínimo. Este Gregorio Allegri es romano, nacido, criado y muerto en la Eterna. Y, al parecer, su apellido sale de su abuelo, Allegro. Vivió entre 1582 y 1652. Mis Allegri son de Parma, vecinos de la provincia de Reggio Emilia, en Emilia Romagna, en la que en el siglo XV y XVI vivió otro famoso, esta vez pintor, Antonio Allegri, detto il Corregio por el pueblo en el que nació. Hay otro. De Livorno, en la Toscana, es el habilidoso allenatore Massimiliano Allegri, ex Milan, ex Juventus hasta el año pasado.
No tengo nada que ver con ninguno de ellos.
Por eso: ellos son ellos, nosostros somos nosotros. E finito.)
Tengo que repetir ahora aquella entrada de 2007 y reparar esa ausencia del Miserere. No sólo porque la obra de Allegri lo vale, sino porque tengo que decir algo en una segunda parte y es preciso entonces una primera, que es ésta ni más ni menos.
Aquella entrada que digo se tituló Miserere, claro, y es la que sigue:
Me mandan el Miserere de Gregorio Allegri. Compuesto sobre el Salmo 51 (50), es música famosa y recomendable, pese a que, en principio, cierto barroco no me cae del todo. Sin embargo, es claro que esta obra escapa a esas complejidades un tanto artificiosas y tiene momentos de hondura -mística dicen algunos- que están por encima de la consabida trama compleja de voces. Por otra parte, parece ser, y he allí el quid, que Allegri compuso al modo del Renacimiento tardío, más bien, aunque el modo de sus años era el Barroco. Será eso, entonces.
El caso es que fui a dar, por curiosidad y veredas convergentes, a una más o menos conocida anécdota que se cuenta de Wolgang Mozart que a los 14 años oyó por primera vez el Miserere de Allegri en Roma. Y eso a propósito de un libro de un neuropsicólogo y organista francés -Bernard Lechevalier- que se ocupó de El cerebro de Mozart (Bollati Boringhieri, 276 páginas, euros 32):
un libro che coniuga piacevolmente la neurofisiologia della musica con l´aneddotica storica (cioè, non inventata o mitologizzata, come nel film Amadeus di Milos Forman) sul fenomeno Mozart.
Dos cosas simpáticamente notables hay por allí.
Una, que había una excomunica papal (de Urbano VIII, Maffeo Barberini, que reinó entre 1623 y 1644) para quien hiciera copias de la obra o difundiera en todo o en parte aquella partitura que compuso Allegri para la Capilla Sixtina, y que se cantó cada año en Semana Santa desde 1638 hasta 1870, ininterrumpidamente, para retomarla más tarde hasta nuestros días. Mozart la oyó en 1770, para unos, y en 1769 para otros, tanto da. Dicen, entretanto, que buena parte del prestigio de esta obra viene del halo misterioso con que la recubrió Roma, al prohibir la difusión de su partitura.
La otra cuestión: el joven Wolgang memorizó los 15 minutos que dura la obra, oyéndola, obviamente, una sola vez en esa ocasión. Ahora bien, la obra es para dos coros y nueve voces distintas. De este modo, con una trascripción bastante fiel al original que hizo Mozart esa noche, llegó a la imprenta y así escapó del misterio. Lejos de castigarlo, cuando se enteró el papa Clemente XIV (entonces reinante) lo condecoró con la Orden de la Espuela de Oro.
Nel 1638 Gregorio Allegri compose l´unica sua opera che ci è pervenuta: un Miserere a nove voci basato sul lamentoso Salmo 51, che da allora venne eseguito due sole volte l´anno, il mercoledí e il venerdí santo, dai cantori della Cappella Sistina. E la consuetudine durò fino al 1870, quando il coro venne sciolto in seguito alla caduta dello Stato Pontificio.
L´11 aprile 1770, appunto un mercoledí santo, il quattordicenne Wolfgang Amadeus Mozart e suo padre arrivarono a Roma, e riuscirono a intrufolarsi nella Cappella Sistina: il giovane fu infatti scambiato per un principe di Sassonia che risiedeva allora in Vaticano, e il padre per il suo maggiordomo. Tre giorni dopo quest´ultimo scrisse alla moglie: "Forse hai già sentito parlare del celebre Miserere di Roma, tenuto in tale stima che ai musicisti della Cappella è vietato, pena la scomunica, di far uscire la benché minima parte di questo brano, copiarlo o trasmetterlo a chiunque. Ebbene, 'noi ce l´abbiamo: Wolfgang l´ha trascritto a memoria".
Ancora qualche giorno, e un´altra lettera annunciò: "Il papa in persona è al corrente che Wolfgang ha trascritto il Miserere. Ma non c´è nulla da temere: anzi, la cosa gli ha reso grande onore'. Infatti, il cardinal Pallavicini aveva consegnato al ragazzo il decreto di Clemente XIV che lo nominava cavaliere dello Speron d´Oro, ed egli fu poi una delle due sole persone al quale il papa offrí la partitura del celebre brano, visto che intanto ormai ce l´aveva comunque.
Mozart non era nuovo a imprese mnemotecniche: già qualche anno prima, nel 1765, lo scienziato inglese Daines Barrington l´aveva esaminato, e in una lettera a un membro della Royal Society di Londra racconta che il bambino di nove anni aveva terminato seduta stante una fuga interrotta da Johann Christian Bach, dopo averne memorizzato il tema e gli sviluppi. Mozart era anche solito trascrivere, nella corrispondenza col padre e la sorella, brani che aveva sentito in concerto e che gli erano particolarmente piaciuti, e spesso non scriveva le parti del solista per i suoi concerti, limitandosi a suonarle a memoria dopo averle composte nella testa.
Ora, che tipo di cervello bisogna avere, e quale tecnica si può usare, per essere in grado di compiere imprese del genere? Perché il Miserere di Allegri dura una quindicina di minuti, e memorizzarne tutte le nove voci è almeno tanto complesso quanto il trascrivere una conversazione di un quarto d´ora, in cui fino a nove persone arrivano a parlare contemporaneamente!
No sé qué pensar del asunto, en realidad, ahora que lo veo. ¿Por qué el papa Urbano hizo aquello? ¿Era justo, estaba bien? ¿Por qué Mozart hizo aquello? ¿Estuvo bien?
Este 2020 tiene y trajo lo que ya sabemos. Pero no es lo único que me trajo.
Estuve buscando este trabajo del extraordinario Marco Beasley con el ensemble Accordone, de Guido Morini: Frottole. Es de hace unos 15 años. Recién lo veo publicado completo este año.
Una bellísima colección de canciones (frottole), del espléndido cinquecento italiano. Tromboncino, Dalza, Cara, Scotto, De Lurano, Di Lasso, Fogliano, Azzaiolo, Caprioli, Petrucci: todos compositores de esos años. Y hasta dos temas uno de Morini y otro del mismo Beasley, que ambos son considerados eximios improvisadores en canto y música antigua.
Cualquiera sabe que hay cuatro variedades (más una más...) que sirven para hacer un buen risotto. Y cualquiera sabe que hay otras cuatro variedades que mejor no usar.
Carnaroli, Vialone nano, Baldo y Roma (más el tradicional Arborio), así se llaman en Italia los arroces que sirven.
Y entre los que no sirven, está en primerísimo lugar el vaporizado, precocido o Parboil, como se lo conoce. A ése, si lo ve, escápele, si no quiere arruinar un risotto comme il faut...
Como pasa con la pasta: un buen risotto sin Caruso, es otro cantar, literaliter loquendo...
Hoy: risotto con Enrico Caruso
(Mientras, los sombreros largos de los pentagramas siguen discutiendo si era un tenor abaritonado o un barítono atenorado... e beh...! scusatemi le parolacce, coglioni, ma vaffanculo...!)
Usted me perdone, caro amico. Mire que esta vez viene largo.
Si quiere oír, allá tiene un banco, en aquel rincón, al lado del fuego. Pida un vino, yo pago. Puede fumar, si quiere, acá no andamos con esas zonceras. Es más: tengo dos Avanti!, le convido uno. Va a tirar un rato con eso.
Es música dedicada ésta. A gente del Nord. Especialmente a quien yo sé. Gente del Piamonte, mi sangre también.
Pero hay gente friulana a la que le debo y le pago así.
Y le pago así a una persona de la Provenza, que no hace mucho me enseñó algo que no sabía y que me hizo muy feliz.
Memoriosos recuerdan que, hace unos cuantos años, había publicado estas músicas y las telas de araña de la red las hicieron invisibles. EranMondovì y Fior di montagna; más tarde, hubo una colección parecida a ésta de hoy, que reúne a todas las tres y agrega algunas más.
Así que al Nord, mi amigo.
Vamos a dar un paseo largo por el Nord. Hay de todo. Viejo y bueno. Viejo y bueno, pero hecho de nuevo y bien.
Del amor, dicen los piamonteses: Ant l`amor pì as parla e meno as dis, que quiere decir que, en el amor, cuanto más se habla, menos se dice.
Y un servidor dice ahora lo mismo de la música. A callar, pues.
Y una cosa más.
Así enseñaban cosas cristianas y números los viejos piamonteses a los niños.
Ma 'l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Dui, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Tre, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Quattro, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Cinque, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Sei, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Sette, sette sacramenti, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Otto, otto porte di Roma, sette sacramenti, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Nove, nove corpi santi, otto porte di Roma, sette sacramenti, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Dieci, dieci comandamenti, nove corpi santi, otto porte di Roma, sette sacramenti, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Undici, undici stelle del sogno, dieci comandamenti, nove corpi santi, otto porte di Roma, sette sacramenti, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur. Dodici, dodici Apostoli, undici stelle del sogno, dieci comandamenti, nove corpi santi, otto porte di Roma, sette sacramenti, ses gai ca canto in Galilea, cinq piaghe dal Signur, quattro evangelisti, tre Re Magi, la lüna e ’l sul, ma ’l prim ca l’è stait al mund l’è stait nost car Signur.
Jordi Savall tomó una canción en francés antiguo y la puso de emblema de un bonito trabajo que tiene como figura central a Carlos V.
Savall recorre la vida del emperador, arrancando con su abuelo Maximiliano; el matrimonio de sus padres, Felipe y Juana; su nacimiento; su boda; sus batallas; la muerte de Isabel, su mujer; su abdicación; su retiro en Yuste y su muerte.
A cada momento le asigna un partitura de época, en un muestrario diverso del siglo XVI.
Hay dos autores principales que están unidos aquí por esa canción, famosísima y a su vez una de las preferidas de Carlos: Mille Regretz. A tal punto que se la conoce también como la Canción del Emperador.
Se le atribuye con dudas al prolífico flamenco Josquin des Prez, pero puede ser anterior.
Uno de los compositores brillantes de la época en España fue Cristóbal de Morales. Usó la melodía para incorporarla a una de las varias misas que dedicó al emperador, haciéndola sonar aquí y allá en las partes de esa misa que se conoce también como Missa Mille Regretz.
De modo que, aunque suenan otros también, Des Prez y Morales son los privilegiados en este menú de Savall.
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Los cuatro versos de la canción:
Mille regretz de vous habandoner
et deslonger vostre fache’amoureuse.
Jay si grand dueil et paine douloureuse
qu’on me verra brief mes jours desfiner.
La traducción habitual:
Mil pesares por abandonaros y por alejar vuestro rostro amoroso, siento tanto duelo y pena dolorosa, que se me verá en breve acabar mis días.