Al fin la lluvia, que podría ser la puerta fresca al fresco. No es seguro, claro. Nada es seguro en estos tiempos...
Pero pasó que amaneció con luz de otoño y un barullo de pájaros humedecidos y festivos, que quién sabe por qué se entusiasmaron tanto. Y siguen ahora que ya empezó la tarde.
Hasta una bandada de graznidos raros e inquietantes cruzó a media mañana del este al poniente, en V, como debe ser. Qué serían. Adónde irían.
Mientras la noche goteaba todavía y el día apuraba nubes ligeras y bajas, oía a Zitarrosa. Y le cacé al vuelo tres con pájaros: María Serena mía, Pichón de amor y Dulce Juanita.
A su modo aladas las tres, de distinto plumaje pero bien bonitas en sus melodías y en su poesía, casas más o menos.
Y pasó la mañana.