Aquí están, por ejemplo, todos ellos: Carlos Di Fulvio con Domingo de agua; Eduardo Falú con Tiempo de jacarandá; Los olimareños con Corrales de Algorta; Jorge Cafrune con El peón recorredor; José Larralde con Canción secreta y los uruguayos Amalia de la Vega (emblema de la música de la Banda Oriental, en otros tiempos), haciendo Como yo lo siento y Alfredo Zitarrosa que hace las Décimas a Jacinto Luna.
Tienen en común que cantan versos y músicas de Osiris Rodríguez Castillos. Buen compositor es el uruguayo. Tiene buen gusto y sabe lo que hace. Que sea hombre de las izquierdas orientales y se lo tenga entre ellos como vacasagrada de esas veredas, no se nota cuando hace lo que mejor sabe. Y no que de a ratos no cuente la historia y algunas historias según se ven las cosas si uno anda escorado y rengo de una pata.
A mí me gustan muchas de las cosas de Rodríguez Castillos. Las que le pertenecen a él. Las otras, creo, le pertenecen más bien al Partido, por decirlo de algún modo, entonces son menos suyas y me gustan menos..., y discuta si tiene ganas, pero resulta que así es.
Me gusta, por ejemplo, que haya gastado buena parte de su vida en hacer una guitarra que sonara como él quería. Es suyo, además, el tantas veces oído Romance del Malevo, que hizo famoso a un perro cualquiera, pero otro día le cuento...
Murió en 1996, tenía unos 71 años.
Así como la lista del principio, hay pelotones enteros de gentes de canto que le han cantado sus asuntos. Y creo que, en este caso, la variedad y el número de los intérpretes es prueba de que el hombre tenía sus calidades. Dicho sea de paso: me entero de que no conoció la música que Falú le había puesto a su Tiempo de jacarandá.
Y hasta aquí llego hoy. Para ir terminando, dejo al propio Osiris diciendo lo suyo en La huella del rastreador, La galponera, Poncho Negro y El camino de los quileros.