Atahualpa Yupanqui le puso música a estos versos de Carlos 'Cacho' Castello Luro, en los que, dicen, hay nombrados 54 pelajes de pingos de la pampa:
Pelajes Entreverados
Tuve un lindo doradillo,
salió de un monte con puerta;
medio charcón, lista tuerta
y apenitas de colmillo.
Por lo blanco en los codillos,
era mi flete lagarto,
recio de encuentro y de cuartos,
como venao de ligero:
ni lo veían los rayeros,
de ganar ya estaba harto.
Se lo llevó el romerillo
por emprestarlo una vuelta,
ya no arrebata más sueltas,
se apagó mi doradillo.
Hoy tengo un chuso tordillo
de los llamados sabinos
y como buen argentino
no me podían faltar
dos gateaos para mudar:
uno rubio, otro barcino.
Un flor de gateao tiznao
me sacó de mil apuros
marca de Remigio Luro,
me lo habían regalao.
De ahí procedía un bragau,
un tostao, un lunarejo,
un zaino mula ya viejo,
un anca mora, un barroso,
y un lindo palomo brioso,
un nevao y un azulejo.
Amancé unos testerilla,
cabos negros, varios moros,
mala cara, sangre i' toro
y un rosillo mascarilla,
un colorao gargantilla,
un picasito lucero,
un rosao, un zarco overo
y, como suebra pincel,
tuve un zaino negro argel
y un tubiano pescuecero.
Sé distinguir un trabao,
un pico blanco, un lobuno,
anca nevada y cebruno,
rosillo moro y cruzao,
maneao de atrás, el fajao,
raya i' mula, el media res,
mancha, pintao, yaguané
rabicano y por si salvo:
uno, dos, tres y cuatro albo,
bien calzao y pangaré.
A los bayos no los mato;
naranjos, blancos, rodaos,
pampa, ruanos, enceraos,
el canario, el huevo i' pato
y pa' dir cerrando el trato:
llueve y no llueve es la menta,
me he referido al tormenta,
pa' muchos entrepelao.
Y si de algo me he olvidao,
vayan sacando la cuenta.
Así que saquen la cuenta.
Mientras vamos sumando, Alberto Merlo, que sabe, dice cosas de El doradillo mentao, El lunar de mi tropilla, El alazán y se va con el triunfo del juego nacional, El Pato. A su modo, don Argentino Luna, al aire libre, hace El oscuro patas blancas, mientras el payador Carlos Ramón Fernández recita El tordillo de la historia.
Para final, dejo El moro. La grabaron Carlos Gardel y José Razzano en 1918 con la orquesta de Firpo. Gardel hace la segunda voz, fíjese usted. Y la letra, digo yo, es una simple sextina que es una delicia por mil razones.
Indio, volvéme mi moro,
que me has llevado la vida.
Mi bien, mi único tesoro,
yo te daré mi querida,
mucho mejor que el oro.
Indio, volvéme mi moro.
Y así, entre las patas de los pingos, pasó el 25.