En el siglo XVIII, la ópera estaba prohibida en Roma. Hubo sin embargo compositores que, con la venia de algunos cardenales, componían oratorios que apenas, en algunos casos, alcanzaban a disimular que eran en realidad… óperas.
En 2005, Cecilia Bartoli grabó un conjunto de arias que proceden, precisamente, de estos oratorios. Y elegí uno de Antonio Caldara dedicado a santa Francesca Romana para el que compuso esta aria Si piangete pupille dolenti, que la Bartoli hace con tanto sentimiento.
Para esa misma época, el napolitano Pietro Domenico Paradisi componía una vigorosa y a la vez refinada Tocata en La para arpa y cuerdas.
Les quedo muy agradecido a los tres.