Que sea de Buenos Aires podría ser un motivo, aunque a fines de los '90, a los 20 años, se haya ido a Europa a estudiar las cosas de las cuerdas y ya para quedarse.
Que sea tal vez la más experta en laúd y otras cuerdas pulsadas en este tiempo nuestro, en este mundo de estos días, podría ser otro motivo.
Que no tenga casi marketing y con todo y eso sea una autoridad reconocida asaz, también podría ser.
Pero.
La miro pulsar a Bach.
Y la miro y la miro, mientras oigo, para ver qué le veo.
Y es eso.
Todo el glamour viene de la música.
Porque la música no necesita glamour.
A Bach –y al laúd– le basta con Evangelina Mascardi.