Desde que vi Tiempo de gitanos, de Emir Kusturica.
Es la versión de Goran Bregović de una canción romaní de los Balcanes; hay una versión serbia, para la fiesta ortodoxa de San Jorge, en la primavera, una especie de Mayo de los europeos occidentales. Se festeja la primavera y todo lo que crece.
La fiesta se llama Đurđevdan en serbio y allí la canción también.
San Jorge es también el patrono de los Roma, los gitanos balcanes.
Ederlezi, es un nombre mezclado con otras lenguas y es el nombre romaní de la fiesta.
La canción de Bregović aparece en la película en un momento sugestivo, muy lírico y ritual: la celebración de Đurđevdan romaní en un río.
Las letras están disponibles, nomás las busque, Su Merced.
Ahora bien.
Solamente los memoriosos saben que ya apareció alguna vez en el sitio madre de un servidor, hace unos 10 años.
La primera es una versión de Garzas viajeras. Además de lo que sigue, hay que ver los primeros momentos, apenas la cocina, un poco del revés. Tiene su arte.
Después una cosa rara. Músicas que hizo mayormente para cine, documentales u obras de teatro. Y algunas versiones terribles de músicas que se han dicho terribles, como Gloomy Sunday, una pieza con un legajo gloomy, casi dark.
Siempre Spasiuk, claro.
Le admiro la discreción, el sentido de la oportunidad.
Ah, mi amigo... ¡Si viera la de cosas que me gustan!
No es fácil hacer lo que hizo este tipo.
Todo -hasta lo chingado (dicho en criollo, no en mexicano)-, todo le paga tributo al ser de las cosas, que incluye la belleza, pero también el humor que no es broma y que es una forma de la inteligencia.
Leira. (Sin tu amor, de Ariel Leira, que a alguno podrá parecerle una broma, y sin embargo....)
Es de 1980 esta portada del primer disco de estos Musicanti del piccolo borgo, estilizados y populares.
Se reunieron en los '70 para buscar y hacer música del centro al sur de Italia, como si le dijera de la Toscana o del Lazio o de Le Marche hasta la Puglia o la Campania. Folklore, bailes y músicas de pastores y agricultores, canciones de cuna, motivos religiosos: lo que pinta la vida en sonidos, en suma.
¿Cómo no andar un poco por allí, si uno viene de allí (y un día quién dice volverá...)?
La izquierda, en general, es gorila. No puede menos, le viene de raza.
Vea, si no le cree a un servidor, la evolución del concepto de justicia en relación con la revolución en Karl Marx y después me cuenta. Y nada de que son textos de juventud... en el último Marx. A la izquierda le encanta la exégesis interminable de cada eructo del fulano.
No pueden con el hombre común en estado puro y real, porque al hombre común en estado puro y real no lo mueve en lo más mínimo el apetito histórico de revolución. Para que el pobre animalito llegue a las luces de la historia, hay que esclarecerlo, concientizarlo y transformarlo. Y adivine usted quién lo hará... sí, acertó.
Ese desprecio es gorila, ya ve.
Que haya un capitalista gorila es un lugar común que no merece mucha tinta.
Que la izquierda sea gorila (así como que, en casi -y casi sin casi...- todas las versiones del peronismo, el peronismo es gorila), es un asunto que merece más atención.
Atención la suya, cumpa, porque un servidor se va a ocupar de otra cosa ahora. Que es lo mismo, pero distinto.
A mí siempre me gustó don Juan D'Arienzo, el Rey del Compás que le dicen.
Una vez dijo:
A mi modo de ver, el tango es, ante todo, ritmo, nervio, fuerza y carácter. El tango antiguo, el de la guardia vieja, tenía todo eso, y debemos procurar que no lo pierda nunca. Por haberlo olvidado, el tango argentino entró en crisis hace algunos años. Modestia aparte, yo hice todo lo posible para hacerlo resurgir. En mi opinión, una buena parte de culpa de la decadencia del tango correspondió a los cantores. Hubo un momento en que una orquesta típica no era más que un simple pretexto para que se luciera un cantor. Los músicos, incluyendo al director, no eran mas que acompañantes de un divo más o menos popular. Para mi, eso no debe ser. El tango también es música, como ya se ha dicho. Yo agregaría que es esencialmente música. En consecuencia, no puede relegarse a la orquesta que lo interpreta a un lugar secundario para colocar en primer plano al cantor. Al contrario, es para las orquestas y no para los cantores. La voz humana no es, no debe ser otra cosa que un instrumento más dentro de la orquesta. Sacrificárselo todo al cantor, al divo, es un error.
Y, aunque hay letras que tienen mucha gracia y algunas hasta gracia poética, hay que reconocer que, sean lo que hayan sido sus comienzos, el tango era más bien para bailar y la letra fue un agregado posterior, a veces feliz.
Dejo en primer lugar una muestra con 6 tangos "enganchados".
Pero.
Ya está dicho: la izquierda es gorila.
Y ahí va un caso de lo mismo. En el suplemento Radar, en la edición del 24 de noviembre de 2002 de Página 12, un tal Diego Fisherman desparrama fútil erudición de mediopelo en una nota que tituló Fascistango.
Allí nos esclarece acerca de dos piezas tangueras que interpretó Alberto Echagüe con la orquesta de Juan D'Arienzo: Che, existencialista y Giuseppe, el crooner.
(Para la afición, cruners serían cantantes como Bing Crosby, Frank Sinatra o Dean Martin, que con voz seductora y grave cantan con orquestas detrás.)
La letras son todo un manifiesto, eso es claro. Pero entender por qué y de qué hablan, eso es más difícil para el ojo siniestro.
En fin. Fíjese si le parece: oiga primero lo que queda más abajo, después lea como ejercicio de paciencia lo que dejé más arriba.
En años pasados, Kathia Buniatishvili ha recorrido el mundo con Zubin Metha dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Israel, y en más de una ocasión ha sido en giras festejando los 80 años del director.
La que queda aquí es una muestra. Los programas cambiaron en cada ocasión. Esta vez es el concierto para piano y orquesta número 1 en Do mayor, de Luis van Beethoven.
Pero hay algo más. Leyendo los comentarios de la publicación, se verá éste:
I can't believe my luck. I'm a cab driver in Liverpool UK and tonight, Khatia and Gvantsa got into my cab. I've been watching her for two years on YouTube. She was shocked I knew who she was. I had five minutes talking to her! Even better was that tickets were still available for 22nd Feb. I've just got one. I dreamed that one day, I would travel to see her and now she's here - in my home town. And she is playing Liszt piano concerto 2 - my favourite piece. There are 1600 London cabs in Liverpool and nobody else would've known who she was. But she got in my cab. I've died and gone to heaven!
El taxista de Liverpool, Robert C. Lynch, no puede creer su buena estrella. Fanático de Kathia por años, un día la ve subir a su taxi junto con su hermana, Gvantsa, a quien ya veremos en su momento. Kathia se sorprende de que la conozca y conversan unos minutos. Robert se siente en el cielo. 1600 taxis en Liverpool y justo cae en el suyo... Y más: dará un concierto allí y él consigue una entrada. Y más: en el programa está su concierto preferido, uno de Liszt.
La anécdota es tierna. Parece sorprendente que el taxista conozca -sólo él, al parecer y por lo que dice- a Kathia. Y que conozca a Liszt y que tenga un concierto preferido y que haya conseguido su entrada para ir a oírlo. Y a verla, claro. Porque hay que verla cuando toca el piano.
Ya me imagino que no faltará el pavote que se apure a decir que esas cosas sólo pasan en el primer mundo y más específicamente en el ὀμφαλός του κόσμου, la Rubia Albión.
Qué remedio.
Con algunas pocas lecturas, al menos algún pavote tal vez se enteraría de dónde procede San Jorge, su patrono de ella, la Merrie Old. Y hasta por qué Georgia, la patria de Kathia, recibe ese nombre en el occidente. Y con algo de suerte entendería que la pasión del bueno de Lynch es por el arte de Kathia. Y no al revés. Y eso es lo que creo que hace del bueno de Lynch un hombre culto en el vero sentido de la expresión.
Con algunas pocas lecturas. Podría ser...
Pero me da que no podrá ser: quod natura non dat, Salmantica non præstat.
Tiene 32 años esta muchacha. La mitad de mis años.
Al menos, tenemos algo en común: ella empezó a tocar el piano a los 3 años en su Georgia natal y un servidor empezó a oír el piano a esa misma edad, que recuerde.
Ahora es francesa, además de georgiana. Pero lo de georgiana no se le va y se le nota en su ejecución.
Oí decir que a algunos los pone nerviosos su forma de tocar.
A mí no.
Y no me canso de oírla. Y de verla. Porque hay que verla. Porque ella misma, además de sentir la música, la ve. Como si fuera un diálogo entre ella y el piano, a solas.
Es más que una intérprete virtuosa y por eso en esta temporada andará por aquí más de una vez.
Hoy, y para empezar, con un concierto de Eduardo Grieg, en la menor, op. 16.