Tiene 32 años esta muchacha. La mitad de mis años.
Al menos, tenemos algo en común: ella empezó a tocar el piano a los 3 años en su Georgia natal y un servidor empezó a oír el piano a esa misma edad, que recuerde.
Ahora es francesa, además de georgiana. Pero lo de georgiana no se le va y se le nota en su ejecución.
Oí decir que a algunos los pone nerviosos su forma de tocar.
A mí no.
Y no me canso de oírla. Y de verla. Porque hay que verla. Porque ella misma, además de sentir la música, la ve. Como si fuera un diálogo entre ella y el piano, a solas.
Es más que una intérprete virtuosa y por eso en esta temporada andará por aquí más de una vez.
Hoy, y para empezar, con un concierto de Eduardo Grieg, en la menor, op. 16.