domingo, agosto 12, 2012

Sole



Mientras estaba en mis asuntos, inundación afuera y papeles adentro, me sentaba frente al ventanal de la cueva y miraba llover, tenue o furiosamente, el viento, el cielo revuelto y gris, relámpagos.

No recuerdo cuándo, tal vez el segundo día del vendaval, hice que Roberto Murolo se sentara en un rincón exiguo, guitarra en mano, y me llevara al sol de Nápoles. Y no porque la lluvia no me guste, al contrario.

Resultó un contraste sugestivo, con lo mejor, creo, de dos paisajes tan distintos para los ojos y el corazón.

Dejo una selección de la cantata de Murolo. Tal vez le sirve a alguien en las mismas circunstancias.

Pero si pasa que allí donde pueda oírlo no llegara a llover y no volviera a llover jamás, no le hace, créame.

El camino para llegar Nápoles y a lu mare, il sole, le barchette, empieza y pasa por aquí: Razziella, Si tu Nenna m'amave aut'anno, Cannetella, A primmavera, Consiglio a 'na figliola, Lu primm'ammore, A serenate 'e Pulicenella, E palumme, Funtana all'ombra, Zampugnaro 'nnammurato, Ncopp'a ll'onna, Tiempe belle 'e 'na vota.