La historia del guitarrista Gino D'Auri, ya muerto en 2007, es peculiar.
Italiano de orígenes gitanos, se enamoró del flamenco viendo (decenas de veces) bailar a José Greco en una película musical americana. Se apasionó por los ritmos del flamenco y los mezcló con otras influencias, especialmente orientales, para dar un arte propio y tradicional a la vez.
Nació en Roma y murió, de cáncer a los 70, en California.
Aquí queda su disco de 1992, Flamenco Mystico. Me gusta lo que hizo.
Octubre merece un poco de música americana, después de todo.
A falta de tantas otras cosas que le han negado a Hispanoamerica y para paliar otras muchas que le han propinado para su mal.
Al menos un poco de música, ya que ha perdido, ha descuidado, le han robado, le han malversado, bienes mayores que merece y le corresponden por su origen noble.
Mire, vea: si a uno le regalan una linda olla de barro, bien cabedora, está muy bien que retribuya con un poco de Pucho González.
Sencillo, nuestro, como una ollita de barro.
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JMD observa que La Ollera no es de Pucho González y es verdad. Pucho tiene cantadas muchas canciones que no son de su autoría, por otra parte. Creo que ésta es una de las versiones más lindas de este huayno, de todas maneras.
La autoría de La Ollera es de los Dávalos (Jaime, padre, y Julia Elena, hija).
La Ollera -dice Julia Elena Dávalos- es una letra que mi tata le hiciera a Bartola Alancay, una coya, alfarera, que él soñaba fuera la preferida en su escuela de artesanías, a cuya tradición le compuse una música en la que quise reflejar la ternura de esa mujercita de nuestra tierra, llena de encanto y sencillez.
En la letra hay un Recitado que dice:
Ollas, botijas y jarras Virques, platos y cazuelas. Tinajas para hacer chichas, pucos y yuros de greda de mis manos han nacido, puras formas de la tierra y suenan como campanas cuando uno las tinquea.
Esta bellísima romana se llama Tiziana Donati y tiene por nombre de tablas Tosca, como se la conoce en la canción, el teatro y el cine, con decenas de actuaciones y premios en cada una de las tres artes.
Y es una voz italiana de la canzone italiana. Pero no una voz cualquiera. Y a mí me parece una de las mejores (por eso dejo esta selección de muestra).
Gracia, buen gusto, inmensa capacidad histriónica para interpretar y para decir. En fin, una italiana cantando, actuando, diciendo. Es decir, una italiana.
(Y sí..., me parece bonita, claro, pero de una belleza para nada trivial.)
En 2019, el Chango Spasiuk hizo un disco con noruegos.
Se dice así y suena raro.
Mejor:puede que la sorpresa sea mayor, entonces.
Fusión de chamamé y sones nórdicos. ¿Quién se atreve?
Spasiuk.
Para eso es el talento.
Porque copiar y recopilar, eso lo hacen muchos y casi digo cualquiera.
Dejo tres temas que me gustaron de Hielo azul / Tierra Roja (Noruega y Misiones, se entiende...)
Ellos son, el Chango Spasiuk, el guitarrista noruego Per Einar Watle y la voz chamamecera de Anne Gravir Klykken. El boyero es de don Tránsito Cocomarola.
Y quién es Rita.
Por lo pronto, como Julián, son cosas del Chango y Per.
La neosoprano belga Janelle Marina Lucyk deja aquí una muestra de lo que tal vez llegue a ser. Con Kerry Bursey en las cuerdas, formaron Ménestrel para hacer música antigua (pero ella canta de todo...)
Juan Carlos Allende es bonaerense, de Bahía Blanca. Miguel Peña, tapatío (de Jalisco, mis cuates, por si no saben...)
Se juntaron en 2006 para formar este dúo de guitarras, Los Macorinos (de dónde el nombre, se los cuento otro día), y tocaron con cuanto cantante y agrupación de varios géneros musicales se les ocurra imaginar.
Allende fue el guitarrista de Chavela Vargas. Allende y Peña acompañaron, por ejemplo a Natalia Lafourcade. Y así siguiendo.
Basta.
A oír esta selección que dejo aquí. Sólo dos guitarras acústicas, muy bien pulsadas, con un espléndido sabor mexicano que me trae muy buenos y felices recuerdos.
Canción tradicional vasca bastante vieja. En ese entonces, entre otras, traje la versión de Dulce Ponte con Kepa Junquera al acordeón, todo lo cual se perdió por esa insoportable levedad de la red.
Me la encontré otra vez ayer, oyendo un disco de Imanol (nom de guerre, por así decir, de Imanol Larzabal Goñi), de 1984, en el que hace viejos romances euskaldunes, de varios tipos. No ahora, pero ya traeré ese trabajo del ex etarra, porque lo hace bien, según yo.
Y allí estaba Maitia, nun zira?
La canción relata un romance al estilo Romeo y Julieta, entre dos jóvenes enamorados. De familia noble ambos, Jeanne y Mixel tienen prohibido casarse, pues al padre no le gusta el candidato. Son vascos de Francia y hablan en suletino, un dialecto vasco con influencia occitana, por ser en Francia, claro. La historia es de principios del XVIII y termina bien. Como lo dice en la canción, la niña vasca está determinada a casarse y desafía al padre diciéndole a Mixel que le falta un año para cumplir los 25 y entonces ya no tendrá que obedecer. Y así lo hace. Hay documentos que respaldan las desventuras y venturas de los enamorados. Y hasta del perdón del padre.
El título en castellano es ¿Donde estás, amada mía?, el grito angustiado de Mixel porque no encuentra a su enamorada, a quien su padre ha escondido para apartarla de él.
La historia del finado Imanol no es menos interesante. Y lo de ex etarra no es genérico, sino específico, porque lo fue, hasta que la misma Eta lo persiguió durante años por haber cantado en un homenaje a una etarra que su misma agrupación había matado. Terminó yéndose del país (vasco) y murió a los 56 años, en Orihuela.
Historia de la canción, la letra en suletino y en castellano y la vida del cantante, todo a disposición de los interesados en la insoportablemente leve red de redes (que para algo tendrá que servir, me cago en la leche...)
+
Ahora bien.
La canción tiene variantes, estrofas más, estrofas menos, pero en todas hablan alternadamente Jeanne y Mixel (y hasta una última para una moraleja que "canta" su padre de ella...)
Para que sea acorde, tal vez la canción deberían cantarla un varón y una mujer (y otro varón más, al final). No encontré ninguna así. Por eso dejo una versión completamente femenina (por una vasca, que cuadra mejor...), como la de Imanol es completamente masculina.
Como yapa, la versión de Ponte-Junkera, que se tragó la red.
En otra parte, publiqué esta canción, Mi pequeño mar (Θαλασσάκι μου), que llegué a saber era obra de Nikolaos Talias (la música) y Popi Papanikita (la letra), griegos los tres, la canción también, claro.
Me gustó y vi como de costumbre qué versiones había, además de la de Lizeta Kalimeri que es la que publiqué. Son muchas. Pero eso no es lo raro.
Parece que, difícil y todo como suena (no por el idioma), no hay modo de arruinarla. La cante un consagrado (griego, se entiende) o en un video casero.
No hay modo de arruinarla, digo otra vez, y hasta donde un servidor ha visto.
Tuve todo un viaje de ida y vuelta para oírla en diez versiones distintas que recolecté casi al azar.
Y no hay modo.
Mejor para los griegos.
Y para mí.
Y para Mi pequeño mar.
Dejo aquí las versiones (y no digo, pero digo, que hay una que prefiero a todas las demás...)
Charles Aznavour cantando en castellano su canción De quererte así (que es el título en castellano, claro...)
De quererte así hasta enloquecer. De rogar por ti, de llorar por ti. Sin poder dormir, sin poder comer... ¿Qué me quedará de quererte así?
De quererte así con mi alma y mi voz hasta olvidar el nombre de Dios, para no nombrar más que el de mi amor. ¿Qué me quedará de quererte así?
Tan sólo mi voz que se apagará. Tan sólo mi amor triste y sin color. Tan sólo mi piel sin sabor a miel. Y mi gran temor de quererte aún más y más al morir...
De quererte así con un gran dolor hasta destrozar este corazón, sin poder gritar, sin tener razón... ¿Qué me quedará de quererte así?
Tan sólo un amor que sufre por ti, que muere por ti...
Pero.
La canción original, en el original francés que antes también cantó Aznavour y que se titula De t'avoir aimée, dice otra cosa. Y casi digo muy otra cosa.
De t'avoir aimée, aimée comme un fou. Aimée a genoux, bien plus que debout, a n'en plus dormir, a n'en plus manger. Que me reste-t-il, de t'avoir aimée?
De t'avoir aimée, de l'âme et des yeux a n'en oublier jusqu'au nom de Dieu, pour ne plus avoir qu'un nom a crier... Que me reste-t-il, de t'avoir aimée?
Reste que ma voix, sans écho soudain. Reste que mes doigts, qui n'agrippent rien. Reste que ma peau, qui cherche tes mains. Et surtout la peur, de t'aimer encore demain, presque mort...
De t'avoir aimée, aimée de douleur a m'en déchirer, le ventre et le coeur. Jusqu'à en mourir, jusqu'à m'en damner Que me reste-t-il, de t'avoir aimée?
Ne me reste plus, qu'un amour que tu viens d'écarteler...
Por lo pronto, en castellano, está el asunto del tiempo. ¿De quererte así? ¿Así cuándo? ¿De aquí en más? ¿De quererte así como te quiero ahora? De quererte así voy a enloquecer..., ¿qué me quedará de quererte así?
Sí, sin duda, es el presente de un amor dolido, doliente.
Mais, vraiment: de t'avoir aimée quiere decir otra cosa: de haberte amado. Y la letra de la canción dice otra cosa. El pasado es rotundo allí; con hebras de un presente, es verdad..., pero aterrado de tal vez amar todavía –la peur, de t'aimer encore demain,/presque mort...– y desencantado ya al mismo tiempo:
Que me reste-t-il, de t'avoir aimée? Ne me reste plus, qu'un amour que tu viens d'écarteler...
De veras: que Aznavour haga lo que quiera con sus canciones.
Lástima que los traductores no hayan tenido el pathos que la canción original tenía. ¿Será que el castellano no sabe decir bien lo que se dice bien en francés? ¿Les aterra el pasado a los hispanoparlantes? ¿Prefieren hacerse ilusión de que ese amor todavía existe? ¿Será?
Lo digo en serio. Pero lo digo en broma. Pero en serio. Pero en broma.
Porque una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.
Siempre me pareció bastante cínica y brutal. Y nunca entendí del todo qué quiso decir Serrat. Pensaba si acaso le pasó, si le pasó algo así. Cómo saberlo, si él mismo no lo cuenta. Aunque en la poesía, en cuanto arte, siempre hay universalidad.
Pero.
Creo ahora, con todo, que con esta canción pasa como con el tango: se entiende con los años. No digo que se entiende más o mejor. Digo que se entiende, y nada más.
Y Ud. disculpe, si no es molestia: diría además que (por algún lado) tal vez se trata de una cuestión matemática lo que late allí, simplemente. Una aplicación de un breve postulado, bajo el ropaje de una canción.
+ x - = -.
Más por menos, menos.
Muchas cosas deseables (+) frente al todo indeseable (-), es nada de la persona (-).
Al menos, en lo que a amores humanos se refiere.
¿Que las personas y sus cosas no son signos matemáticos? Claro. Entiendo. No lo son.
Pero, cuidado, hay más sentido en las cosas que lo que se ve a simple vista.
Las matemáticas son también ellas, quodammodo, una metáfora de la vida.
De una obra más extensa, dejo aquí una selección de las Doce flores argentinas, de Carlos Guastavino.
Son seis, para ser más preciso.
1. Cortadera, plumerito. 2. El clavel del aire blanco. 3. Campanilla, ¿adónde vas? 4. Jazmín del país. 5. Aromito, flor de tusca. 6. ¡Qué linda la madreselva!
Solange Merdinian, sigue siendo tan simpática (y mezzosoprano, claro...)
Idir es el nombre artístico de Hamid Cheriet, autor kabila del norte de Argelia y emblema de la música de ese pueblo bereber en el país africano.
Murió a los 70 años hace 2 años, en mayo de 2020, por una enfermedad pulmonar. Lo lloran en Argelia.
Dejo unas muestras de lo que me gustó más y me pareció representativo. Canta en francés y en bereber y hasta tiene una versión en esa lengua de Scarborough Fair.
La última canción muestra Kabilia, a lo largo de 10 minutos. Lindo y misterioso país.
En 2014, apareció un disco grabado por el laudista búlgaro Yavor Guenov.
La obra es parte de lo poco que se conoce del maestro italiano Giovanni Zamboni. Casi nada de su vida, salvo que nació en algún momento de la última parte del XVII y murió cerca de 1720.
De sus composiciones, se supone que la mayoría están perdidas, sólo quedan no mucho más que un conjunto de 11 sonatas y una Ciaccona, algunas de las cuales grabó aquí Guenov.
A veces es un raro contento dar con esos misterios.
Volvió inesperadamente. Como cuando el pasado se hace presente, casi sin tiempo. Linda sorpresa.
Ahora veo que fue hace unos años que apareció acá con su historia, Patio de Nogales, y recién, búscandola, me doy cuenta de que ya no está.
Pero tiene que. Porque es linda zamba. Y un buen recuerdo.
En esta selección que hice, está el Dúo Socavón, primero, porque ellos me la presentaron hace mucho. Pero, después, hay otras dos versiones, en un raro crescendo. Un Grupo Montenegro que no conocía. Y Suma Paz, que sí.
La juntada es intencional: hay que oír primero las guitarras del Dúo, después el piano que se atreve a poner el Grupo, con acierto. Al fin, Suma Paz hace una versión de cámara, estilizada, honda.
Hace 40 años, para estas mismas fechas poco más o menos, escribí tres poemas sobre asuntos del ciclo arturiano. Con el tiempo, los tres compusieron un libro que se llamó finalmente Artúrica.
En estos últimos días se me aparecieron una y otra vez aquellos versos, por razones muy distintas, aunque no tan distintas a aquellas que los inspiraron entonces.
Como quiera ser, bien vale la "memoria afectiva" para mentar con afecto (y eso es cosa mía...), no a los versos aquellos, sino a Ginebra.
Entre las complejas vías del antiguo ciclo de Artús, aparece una historia en la que participan Lancelot, Elaine de Corbenic (hija del custodio del Santo Grial) y finalmente sir Galahad.
¿Y Ginebra?
Precisamente, Elaine se enamora de Lancelot y, con artes mágicas, toma la forma de Ginebra. De esa unión amañada por ella nacerá sir Galahad, hijo bastardo y el único caballero puro, digno de encontrar el Cáliz Sagrado, por eso mismo. Ricos símbolos hay allí...
Pero, ¿y Ginebra?
Precisamente. Ella está hasta cuando no está.
Y por eso mismo, después de 40 años, se merece mi saludo gentil.
Difícil encontrar música adecuada, aunque busqué, créame, y bastante.
Me decidí al fin (y esto también es cosa mía...) por esta selección de partituras de varios autores del XVII inglés, hechas con fineza por Théotime Langlois de Swarte al violín y Thomas Dunford al laúd, titulada The Mad Lover, y he visto que los delicados críticos musicales británicos no entienden por qué se llama así esta selección.
Algunos pocos lograron cantar mal esta canción de Léo Ferré, que ya tiene 50 años. Y no están aquí.
Y que hayan sido algunos pocos tal vez sea mérito de la letra terriblemente triste y desencantada. O de la partitura que condensa ese desencanto y esa tristeza. O de la dicción a la que obliga la letra y la partitura. Cómo saberlo de cierto.
Con todo y eso, me alegra oír que varios le dieron su impronta y vieron algo más en la canción y lo expresaron, a su modo.
Lo que prueba –y usted perdone–, por una vía curiosa y lateral, aquello que dice santo Tomás de Aquino:
"Por esto dice Aristóteles, en III De anima, que el alma es en cierto modo todo, porque está hecha para conocerlo todo. Y según este modo, es posible que
en una cosa exista toda la perfección del universo."
(...Et
ideo in III de anima dicitur, anima esse quodammodo omnia, quia nata est omnia cognoscere. Et secundum hunc modum
possibile est ut in una re totius universi perfectio existat (De Veritate q.2, a.2 in c.)
Tiene, a mi gusto, al menos tres notas que me la hacen atractiva: es mezzo, es casi imposible conseguir datos de su carrera y vida y fue discípula de la tandilense María Cristina Kiehr, que más de una vez fue invitada aquí.
Pero hay una cuarta cosa: canta a Barbara Strozzi (y dicen que con gran calidez y calidad barroca).
La veneciana Strozzi es una de las compositoras más prolíficas del XVII italiano, que ya es decir. Hija de un noble y su sirvienta, tuvo una vida dura por su doble condición de bastarda y compositora, pero eso no fue un impedimento para frecuentar la belleza. Como debe ser, claro.
Quienes editaron este trabajo que queda aquí (con asuntos profanos y religiosos), advierten lo que ya se sabe: Strozzi frecuentemente componía para voce sola, sin instrumentos. Y la voce sola, habitualmente, era la suya.
Pero por esta vez. Y porque me presentaron esto en estos días y cumplo lo que prometí.
Claro que hay algunas condiciones, nada es gratis.
1. Tiene que gustarle la música. 2. Tiene que gustarle el tango. 3. Tiene que tener sentido del humor.
Y estar atento, eso sí. Porque hay más cosas en estas pampas que son tango (o pueden devenir tango...) que las que sueña tu partitura, Horatio...
Así que, por esta vez, remito a una larga lista de muestra de lo que hace la Orquesta Romántica Milonguera, porque lo hace bien, según yo.
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Pero, no... ¿Cómo se le ocurre? De ningún modo tiene que oír 59 canciones. No todas juntas, por lo menos. Pero en dosis racionales, le convendría, creo.
El Classico Terzetto Italiano lo formaron en 2005 tres especialistas: Ubaldo Rosso (flauta), Carlo De Martini (viola) y Francesco Biraghi (guitarra).
Ellos hacen estas tres Serenatas de Joseph Küffner, un extraño y talentoso músico alemán, especialista en piezas para guitarra, que vivió entre el XVIII y mediados del XIX.
En la iglesia de St. Andrew, en Toddington, Gloucestershire, Christopher Wilson, como laúd solista, y en dúo con Shirley Rumsey, grabaron en noviembre de 1995, una serie de piezas para laúd de autores venecianos de los siglos XV y XVI –entre los que hay un anónimo–, como Joan Ambrosio Dalza, Francesco Spinacino, Vincenzo Capirola y Franciscus Bossinensis.
Para una madrugada fresca y luminosa, es una compañía fresca y luminosa.
Algún día, traeré aquí piezas clásicas ejecutadas para o con este instrumento bastante raro (aunque conocido para los que conocen algo de música). Tiene algunos siglos dando vueltas.
De hecho, es un instrumento hecho de partes de otros instrumentos y de modo bastante versátil, porque no hay una sola versión. Más cuerdas para bajos, a veces sumadas a más cuerdas para sonido de arpa, según y conforme. Puede tener de 10 a casi 40 cuerdas.
Voy a dejar ahora unos ejemplos recientes de guitarristas diestros que atacaron la guitarpa, guitarra arpa, harp guitar y varios nombres más (lo que resulta acorde con las variedades múltiples del instrumento, claro...)
Al final de esta breve muestra, aparece Pasquale Taraffo, virtuoso italiano que llegó a tocar en la Argentina, dando conciertos en giras internacionales.
Suele decirse que nadie se interesa demasiado hoy día por la guitarpa. Lástima. Aunque todavía no me decido, el sonido –concedo: algo híbrido–, me suena bien.