lunes, abril 27, 2020

*R: Core 'ngrato



*R: Core 'ngrato.


Es una publicación de 2013, de la que queda el original de la entrada con datos sobre Salvatore Cardillo y la letra de esta belleza. La música quedó inhallable en esta bitácora, hasta ahora.

Salvo por una versión del tenor griego Ulysses Lappas, en griego, que se la llevó el tiempo quién sabe adónde.

Lina Sastri lo reemplaza, mujer talentosa de Nápoles. 

Y algún que otro agregado, recordando a Mingo, mi padre. 










sábado, abril 25, 2020

Por la tu puerta yo pasí




Hace años que conozco y oigo esta canción anónima sefaradí, de España.

Está la misma canción, pero en una versión posterior y algo distinta la letra, ahora en Turquía y con fragmentos en su lengua.

Diría que como abrazando todo el mar, después de su diáspora hispánica, y sé que se la encuentra además en otras partes de Il mare.

Claro, lo que salió de España no fue lo mismo cuando llegó a Turquía.

Es sabido que España no es Turquía.

Quedan las dos versiones, en distintas versiones de ambas. Y una más en hebreo, una rareza.









domingo, abril 19, 2020

Fairy Queen




Ya había pasado de largo la medianoche. Al final de la conversa, una discusión sinuosamente vagaba, porque tampoco era cuestión de zambullirse en una gresca.

¿Las últimas cosas de Andrea Bocelli? ¿Henry Purcell y su The Fairy Queen?

Confieso que defendí tibiamente lo primero, sin convicción. Porque no me convence del todo. Tal vez, después.

Conceder fue a bajo costo.

Purcell.


- Gracias..., pero, ¿no te parece un poco largo...?

- Sí. Pero tiempo es lo que te regalan hoy día. Y pasar dos horas y pico con una ópera inglesa del siglo XVII sobre la reina de las hadas, se me hace más sabroso y nutricio al corazón que leer 20 diarios o que ver 7 noticieros monotemáticos o navegar al garete por un artículo confuso de Alexander Dugin o masticar corcho con el desgano sofisticado de Yuval Harari o ver las caras de circunstancias y oír los lugares comunes de los parlantes en todas las lenguas o sufrir un comentario "económico" de Marcelo Bonelli sobre el color de las medias de Miguel Pesce o tener que oír la profilaxis sexual que recomiendan los funcionarios y que Fernández avala diciendo que sin saber del tema o deambular por las conspiraciones de alta, media o baja densidad de las redes o recorrer como si fuera un general en campaña una infografía del entero planeta metro por metro y en tiempo real o la...

- Ya, ya... entendí... Poné la música, mejor...






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La ilustración está tomada de la edición de Phantastes, de George MacDonald, que ilustró Arthur Hughes.






miércoles, abril 01, 2020

Triunfantes




Cuando era chico, me parecía raro (tal vez ya me molestaba...) oír aquello de que "ahí está..., ya empezó otra vez con su letanía...", con tono quejoso o despectivo.

Mi oído estaba acostumbrado al Rosario de la tarde, casi ya de noche, en las sierras de Córdoba, los veranos de mi niñez y adolescencia. Mi tío el cura rezaba medio adormilado en una silla de tijera, bajo unos talas y paraísos, y alrededor, más cerca, más lejos, los demás.

Lo último eran las Letanías que se rezaban en latín, mientras que el resto era en castellano. Y había, me parece recordar, de tanto en tanto, una oración en dialecto (piamontés, porque la creyente, la que había transmitido la fe a sus hijos, había sido mi abuela paterna...)

Habitualmente la Letanías eran las lauretanas a la Virgen. Pero, en algunas ocasiones, no sabría decir por qué, se rezaban las de los Santos, que eran más. Si no me equivoco, los domingos.

De chico, esas Letanías y su cadencia se me hacían como si dijera una procesión, un peregrinaje. Ir de casa en casa, golpeando la puertas de cada nombre pidiendo una limosna, una ayuda. Rogando, suplicando por algo, por alguien, por uno mismo, y esperar que me atendiera el nombrado (san Lorenzo, san Sebastián, san Cosme y san Damián, santa Agueda...) y él mismo recibiera el pedido y sonriendo, con su mano sobre mi hombro, me acompañara hasta la calle, por donde seguía andando hasta la próxima puerta.

En algunas solemnidades de Pascua, volví a oír con los años aquella cadencia de las Letanías de los Santos, y cada vez, sin querer, volvía a las imágenes de las tardes cordobesas y a esa peregrinación en rogativa y a esos rostros imaginados, consoladores y auxiliadores.

Cosas de chicos, dirá usted.

No tanto.


Y hoy por hoy, menos.