sábado, abril 06, 2019

Luisa Carmona, mi palomita




Cuando ya no era la voz que hubo sido, Joan Manuel Serrat grabó una guarania, famosa en el Paraguay: Che Pykasumi. Y, aunque Mi palomita era famosa ya, incluyéndola en su reportorio el catalán la hizo más universal todavía.

Es de una sencillez pasmante y siempre me gustó. Tanto que repito su inclusión en esta bitácora, ahora mostrando las distintas formas que encontré para su interpretación.




Pero no es todo. Recién hace poco llegué a saber el origen y el motivo de esta guarania. Aquí lo dejo para ilustración del lector interesado. Es un fragmento del libro de Mario Álvarez sobre canciones y tradiciones paraguayas. Un solo dato adicional, para los que no lo saben: el maestro José Antonio Flores es el creador de ese ritmo de guarania, tal como allí se dice al pasar.

La letra nació de la pluma del maestro de escuela yaguaronino, músico y poeta, Cecilio Valiente Arámbulo. Este artista llegó al mundo el 22 de noviembre de 1896 en la compañía Saguasu del distrito de Yaguarón. El profesor normal Luis Martínez, uno de los pioneros de la enseñanza particular de comienzos del siglo XX en la zona, le inició en el arte de la escritura. Cuando terminó su formación primaria, recibió el adiestramiento adecuado para ser maestro rural. En su calidad de docente, fundó la escuela de la compañía Guajaivity. Aquí fue maestro de horas completas durante 11 años.

Mientras nutría su mente con los escasos libros que caía a sus manos y leía con avidez, aprendía también música. En las escuelas enseñaba -además de las otras asignaturas-, música y canto.

El violín fue su instrumento preferido. Los secretos de la guitarra no le eran ajenos. Con el tiempo, integraría, como fundador y director, el Conjunto Yaguarón. Después tomó parte de la Gran Típica Garay -también de Yaguarón- y de la Orquesta Típica Medina, de Pirayú. En las dos agrupaciones ejecutaba el violín.

Según el relato de Adelio Pastor Valiente Salcedo, hijo de Cecilio -éste es su nombre correcto, no Carlos como erróneamente circula en algunas carátulas de discos-, la historia que concluiría con Che Pykasumi se había iniciado en 1922. Tronaban los cañones de los saco mbyky y los saco puku -facciones liberales que pretendían dirimir diferencias a balazos-, mientras el profesor-músico se enamoraba de Luisa Carmona, una joven compueblana suya.

Al verla por primera vez la imaginó una pykasu -paloma- de andar elegante y se enamoró de ella. Ese año de tribulaciones sangrientas para la patria le escribió sus primeros versos. Los tituló Pykasu chaite porque ella esquivaba sus reclamos amorosos. Él insistió una y otra vez hasta que en 1925 la mujer se trasladó a Asunción. Esa ausencia hizo que Cecilio escribiera Rohechaga'u Paraguay. En realidad, no añoraba la capital sino a la prenda que le había llevado.

Luisa retornó a Yaguarón y el romance adquirió carácter más firme. En 1928, sin embargo, cuando el músico retornaba de una gira por el departamento de Misiones, se encontró con una ingrata noticia: su amada, junto a su familia, se había trasladado al lejano Puerto Pinasco, en el Alto Paraguay. La desazón golpeó sin piedad al sensible poeta que escribió entonces Che Pykasumi. Allí, en seis estrofas -la versión cantada tiene sólo cuatro-, expresa su desolación extrema.

Los versos fueron publicados por Ocara Poty Cue Mi en su edición No. 32 de aquel mismo año. Aquí los encontró Eladio Martínez que les puso música en ritmo de polca alrededor de 1930. Luego, ya en Buenos Aires -tuvo que haber sido después de la finalización de la guerra contra Bolivia-, le llevó al maestro José Antonio Flores para que le arreglara y completara su trabajo. El creador de la guarania le propuso convertir la polca en una guarania ya que el tema se prestaba para ello.

Eladio Martínez -según recuerda haberlo escuchado decir el periodista Antonio Pecci-recibió la expresa prohibición de Flores de que no incluyera su nombre al registrar la obra en la SADAIC, que es la sociedad que nuclea a los autores en la Argentina, ya existente en aquella época. Haciendo caso omiso a la advertencia, Martínez puso el nombre de Flores. Éste, que tenía sus delicadezas, no le habría dirigido la palabra a Eladio durante un buen tiempo por ese episodio que evidencia la honestidad y la humildad del creador de la Guarania. En cuanto a nuestro poeta, ya con la certeza de que su encantadora y difícil pykasu había volado para siempre, se casó -en 1931- con Asunción Salcedo, madre de sus 11 hijos.

Cecilio Valiente Arámbulo murió el 6 de diciembre de 1976 en Yaguarón.
Lo que no dice Álvarez, pero sí el nieto de Cecilio Valiente, es que Eladio Martínez se llevó la obra a Buenos Aires y la inscribió como propia, con música de J. A. Flores, que al parecer estuvo enojado por años con Martínez por el asunto. Tampoco dice Álvarez que el nieto de Cecilio encontró el original de 1928 firmado por su abuelo en la sección de Derechos Intelectuales del Ministerio de Industria y Comercio paraguayo. Nadie sabe de quién son hoy por hoy los derechos, aunque sí se sabe que Martínez y sus descendientes los cobraron en SADAIC durante años. Hace algún tiempo, se hizo en Paraguay una película sobre la historia de esta canción, hablada en guaraní, claro.

La letra completa dice (sólo se cantan cuatro de estas estrofas, las del medio no):
Che pykasumi reveve va’ekue chehegui rehóvo
oúva ne angue cada pyhare che kéra jopy
rohayhúgui aî ajepy’apýva che nera’arôvo
michînte jepépa ndaivevuivéi che mba’e mbyasy.

Ne añaitégui nde aikóva ko’âicha aikove asy
jaikóma rire ku juayhu porâme oñondivete
reveve reho che reja rei chemotyre’ŷ
aiko aiko rei ndavy’amivéi upete guive.

Veces ndakevéi, pyhare entero nderehe apensa
akéta mo’â chembojepoyhu nema’ê asy
nde resa rory rojuru pyte rohêtûrôygua
apáy roheka ku ndorojuhúi haime che tavy.

Ma’erâve nipo aikove ko’âicha ambotuichaite
la nepore’ŷ nde upe mombyry che tupâsymi
chénte rohayhúgui aikóva ahasa desprecio mante
ha nde rehoite nderejukuaavéi che pykasumi.

Ku amáske ko’ê rohayhu asy narremediavéi
ñaimo’â voi ku itavymíva mba’e aiko
ama’ê asy ku nde rogamíre ha nde nereiméi
korasô rasy chembotarova chembojahe’o.

Resêva’ekue chehegui rehóvo che pykasumi
reipotave’ŷgui rohavi’ûmi ni rojavyky
ejumi jevyna ikatumiháicha che consolami
ta’ivevuive che jopy asyva che mba’e mbyasy.
Como se ve, desprecio y consolar no tienen su equivalente en guaraní. Notable, para el caso del que se trata.