domingo, junio 02, 2013
El llano en llamas
La música de Los Llanos llegó a mi casa por mi padre. Mejor: la música en mi casa era mi padre. Y las cosas del arte en general, de las artes de belleza; porque las otras, las útiles, no eran sólo suyas sino que llegaban con la sangre de ambas partes de mi sangre.
Estando chico lo oía cantar canciones de aquellos lugares, entre otras cosas. Cantar y silbar, porque el silbido era un dialecto ancestral, que le venía por el torrente piamontés.
Me gusta esa música, tiene tantas raíces y modos de decir. Cosas del campo, cosas de llaneros orgullosos de sus cosas de campo, su vacaje, sus destrezas, su paisaje. Y cosas de amores, sentidos o pícaros. Hasta cosas de política le entran a los joropos, pasajes y tonadas de los llaneros.
Al este de Colombia y al oeste de Venezuela están Los Llanos, siempre en disputa entre ambos, y más desde fines del siglo XVIII, pero tan parecidos en ambas márgenes de la frontera, viéndolos desde afuera, que se dirían un tercer país, ni uno ni el otro, con el Orinoco al medio.
En fin, basta de palique.
Dejo aquí entremezclados algunos ejemplos. Y digo entremezclados porque no diré cuáles son de un lado u otro de la cerca, para que se vea. Porque hay que saber también que no solamente se disputan el alma llanera, sino sus músicas.
Y ellos son: Joaquín Rico, El Tacamajaca; Yesid Ortiz, Se acabó quien te quería; José Oviedo, Quitapesares; El Cholo Valderrama, A todo canta el llanero; Canta llano y un Pasaje llanero y unas Coplas Solteras, por Nancy Vargas.
Para el final, dos piezas que grabó Hespérion XXI sobre estos temas o anejos: Jácara de Gaspar Sanz y un tradicional colombiano venezolano, El pajarillo viejo.