Nunca segundas partes fueron buenas, dicen. Y habrá que ver si es verdad, no tan rápido, que hay segundas mejores que las primeras y no me haga hablar...
El asunto es que esta segunda parte es tan buena como la anterior, si acaso.
Y sin más trámite vayamos a lo que sigue.
Una tarde fresquita de mayo abre la lista festivamente; el
Romance del enamorado y la muerte equilibra sentidamente; en otro momento del péndulo el
Canto de la vendimia suena bien y da paso al
Romance de la infanta suicida.
Dos bonitas piezas cierran esta presentación de don Joaquín Díaz.
La pobre Adela es una; mientras,
Trigo segaba, la que más me gusta, completa con maestría este sexteto de buenas cosas.