Anduve unos días por pagos del sur, en provincia de Buenos Aires. Puro campo y algo de sierra.
Terrible la horizontal del horizonte pampa. Sobrecoge siempre. Llanura todo alrededor.
Y, de tanto en tanto, los cortes de sierras pampas, tan viejas casi como el mundo.
Entre otras cosas, y ya que andaba por esos lados, quería oír a José Larralde en aquellas tierras, que son los pagos por donde nació.
Pero quería oír al otro Larralde.
Cualquiera, si es de por aquí, sabe de Larralde. Canta para que todos lo escuchen desde 1967. Pero se le conoce más que nada la protesta, la denuncia y la queja y el grito de la rebelión. Siempre en aires sureros, claro. Y áspero y recio. Y a veces un poco amargo.
Menos se le conocen algunas ternezas, dulzuras de amor nostálgicas, melancolías del corazón (no del corazón social, sino del suyo de él...); y hasta palabras graciosas y celebratorias.
Y era eso lo que quería oír. Y eso me fui oyendo.
Y eso me volví oyendo.