Viene de Uruguay, la muchacha. La encontré buscando cosas orientales.
La cosa es que, apenas hallarla, me ganó el lado del zurdo haciendo Tormenta, tangazo de Discépolo, al que no se le atreve nadie o casi, qué coraje.
Después, con ese exordio eficaz, ya era cosa de dejarla cantar, nomás.
Llegó entonces con un Pedacito de cielo, o Como dos extraños, o incluso con el consabido, pero elegante, Los mareados.
Vi que hacía también con sentimiento Guitarra, guitarra mía y hasta un Tu pálida voz, que se me hizo que era cosa seria.
Y así, como quien no quiere la cosa, Malena cantó el tango.