Es algo que se sabe y no hay que andar explicando mucho.
Se arma la rueda, corre el vino o la cerveza, hay fogón, pasó el asado. Y llega la guitarra.
Cada tribu tiene sus hits. Chalchalereando, coplanaqueando, progres (nueva trova, Víctor Heredia, esas cosas...), tangueros, reguetones, cumbiancheros. Y así. No hace falta abundar.
En casi todas partes es igual. En todas partes adonde llegó la guitarra, claro. Guitarra-guitarra, quiero decir. Ni antepasados, ni novedades. Sólo admito el tres, el cuatro, el quinto. No más.
Y pasa en Andalucía también, dónde si no.
Fiestas. Reuniones. Romerías espontáneas. En las casas y patios, en el campo, en las plazas.
Una muestra queda aquí: fandangos (de Alosno, más que nada), sevillanas, rocieras, rumbas.
Atención a las caras, a las copas, a los vasos, a la alegría, al sentimiento, al ritmo.
Y a las palmas: todo un asunto.