Hay gentes -gajos de Italia, tanto como uno- que arrugan el morro cuando digo que me gusta Sicilia y todo il Sud, de Roma abajo. Y sus voces y sus músicas. Y su cocina, claro. Mitad de mi sangre es río de esa fuente.
Aquellas son gentes norteñas, se entiende. Aunque no más que un servidor.
Por eso este paseo por el Piamonte. Para que no se diga (y para que mi abuela María no me lo reproche un día...)
Canciones viejas y nuevas. Y su dulzura casi francesa y provenzal. Tan francesa y provenzal que a ratos ni parece italiano.
Los que se quejan de que los sureños no hablan italiano, dirán lo mismo de estos dialectos venuti dal Nord.
Si llegan acaso a entender el piemonteis...
Y el caso es que este asunto vino a propósito de un pedido sobre la letra de una canción que ya había publicado hace años y que ahora agregué también a esta lista, es la segunda.
La canción cuenta un motivo popular: el padre casa a su hija de 15 años por la fortuna del anciano con el que la casó. El viejo duerme toda la noche de bodas y nada puede hacer la niña para despertarlo. A la mañana siguiente la niña va a la casa de su padre y se queja. Paciencia, hija mía, paciencia. El viejo morirá y heredarás toda su fortuna, dice cínicamente el padre. No quiero su dinero ni nada de su hacienda, dice romántica y sensatamente la moza: a la sombra de un bello joven se está siempre mejor...