La Gran Entrada, en la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, es un momento solemne y estremecedor.
Pan y vino, que se encaminan a la Transubstanciación, van en las manos del Diácono y del Celebrante, respectivamente, en una procesión que acompañan los acólitos, mientras se entona este Himno de los Querubines.
De letra breve y sencilla y melodía impresionante, el Himno se remonta a tiempos del siglo VI.
Aquí he recopilado versiones de distintos autores eslavos y griegos.
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Encontré esta versión fonética (del original griego) y su traducción al castellano. Por cierto que hay una versión rusa (que también cantan los ortodoxos de lengua eslava, con alguna variante) y que se oye en la selección que aquí dejo.
O’i tá jeroubeím mystikoós e'ikonízontes
-kaí të zoopoioó Triádi tón Triságion 'Ýmnon prosádontes-,
pásan tën biotikën 'apóthómetha mérimnan...
'Os ton Basiléa ton 'ólon 'ypodexómenoi,
tais 'aggelikaís 'aorátoos doryforoúmenon táxesin:
'Allëlouïa!, 'Allëlöuïa!, 'Allëlouïa!
Los que místicamente somos íconos de los querubines
-y a la vivificante Trinidad, cantamos el himno Tres veces Santo-,
todo afán material desechemos...
Para recibir al Soberano del Todo (Rey de todas las cosas),
por angélicas huestes invisiblemente escoltado:
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!