viernes, agosto 28, 2020

In memoriam


Hace años, Ignacito Anzoátegui, buen amigo ya en el cielo de los artesanos, me regaló una parte de sus viejos discos long play de flamenco y lo mucho que le gustaba; y fue una tarde mientras conversábamos, fumábamos parisennes y mateábamos amargos en los altos de su casa de Bella Vista, donde tenía su cueva.

Vocee su amor a España todo lo que usted quiera, hágase el gallego, ensáquese de manzanilla, pronuncie la zeta, trasiegue Jabugo, éntrele a las palmas, tome vino en bota, taconee, pontifique sobre palos, menee las caderas, lo que sea: será completamente inútil. El flamenco es una de esas cosas que ni queriendo se pueden imitar. Lo sabía bien Ignacio, que hasta donde recuerdo no tenía otra sangre que no fuera hispana y por eso mismo. 

Y un servidor lo sabe porque, diría, no tengo ni una sola gota de sangre hispana, y por eso mismo. Me parece que, en algún sentido, siendo lo absolutamente otro acaso hasta se lo entiende un poco más y seguro se entiende mejor lo imposible de su imitación.

No dije ser más, ni ser mejor: dije que es inimitable. Sólo los andaluces saben de qué se trata exactamente y cómo se hace realmente. Y hay que ser andaluz (más no sea secundum quid...) para conocerlo.

Y creo que en Flamenco, Carlos Saura hizo una cosa bien hecha dejando con arte que los andaluces lo mostraran con arte.

No tiene que gustarle, siquiera. Pero sería una desdichada muestra de pusilanimidad que no se pudiera apreciar la hondura y la belleza de esta forma de arte dramático (porque eso es antes que música, toque, cante o baile...)

Vaya lo que aquí dejo a la memoria de mi buen amigo y en su homenaje.







sábado, agosto 22, 2020

Cláirseach




Es el nombre gaélico irlandés para el arpa, recuperado de la tradición.

En 1996, un grupo de músicos – la gran mayoría irish – se ayuntaron para rendirle un homenaje a Turlough O'Carolan, el arpista ciego irlandés de fines del XVII y principios del XVIII, emblema de la música de la verde Erín y compositor de centenares de piezas, todas memorables, catorce de las cuales hicieron en este disco.

Entiendo que, pese a cierta rareza, se ha respetado el aire de O'Carolan. Como fuere, el resultado peculiar, que recrea interpretando esas melodías, queda aquí.






miércoles, agosto 19, 2020

Poème harmonique


 

Es apenas una muestra variada.

Le Poéme Harmonique es un grupo de amantes de la música del barroco europeo, particularmente italiano, francés e inglés.

Lo fundó y lo dirige Vincent Dumestre, que sabe lo que hace, diría. Nació en pleno mayo francés del ´68 y fundó este ensemble 30 años después.

(Cuando canta con ellos, se destaca, a mi sabor, la voz de Claire Lefilliâtre que, aunque es sorprano, me parece superior.)

Han hecho mucha música y han grabado 30 discos en los últimos 20 años. Por eso esto es apenas una muestra.




sábado, agosto 15, 2020

Assunta

 



En 1744, el napolitano Nicola Porpora compuso para L'Ospedaletto de Venecia estas Vísperas para la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora.

Era moda entonces recurrir a la suntuosa ciudad del ducado, casi abarrotada de música y de músicos. Contemporáneo de Vivaldi (que estaba allí mismo en el Ospedale della Pietà), como él componía música para las orquestas y coros de estos hospicios de niñas y jóvenes. 

Uno de los maestros de Joseph Haydn, también estuvo en Londres con Händel. Fue virtuoso y de notable inventiva vocal, un adelantado en la ópera que vendría, aunque me figuro que con más elegancia y, en este caso, con devoción y delicadeza..

Siglo XVIII, sí. Pero en Italia. Que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.


Dejo aquí, en 5 partes, la obra dedicada a L'Assunta.






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La ilustración, tal vez de 1490, representa la Asunción de la Virgen. Es obra que se le atribuye al Maestro de las Once Mil Vírgenes, un anónimo segoviano del siglo XV.




lunes, agosto 03, 2020

Triste España



Triste España sin ventura,
todos te deven llorar.
Despoblada de alegría,
para nunca en ti tornar.

Tormentos, penas, dolores,
te vinieron a poblar.
Sembrote Dios de plazer
porque naciesse pesar.

Hízote la más dichosa
para más te lastimar.
Tus vitorias y triunfos
ya se hovieron de pagar.

Pues que tal pérdida pierdes,
dime en qué podrás ganar.
Pierdes la luz de tu gloria
y el gozo de tu gozar

Pierdes toda tu esperança,
no te queda qué esperar.
Pierdes Príncipe tan alto,
hijo de reyes sin par.

Llora, llora, pues perdiste
quien te havía de ensalçar.
En su tierna juventud
te lo quiso Dios llevar.

Llevote todo tu bien,
dexote su desear,
porque mueras, porque penes,
sin dar fin a tu penar.

De tan penosa tristura
no te esperes consolar.

No es una novedad que Juan del Enzina fue grande en la música y en la poesía.

Cuando murió Don Juan de Aragón, en 1497, compuso esta tremenda elegía, cuyos versos se ven arriba y que dejo más abajo en varias versiones.

El joven, que murió en Salamanca a los 19 años, era Príncipe de Asturias, por ser hijo de los Reyes Católicos, y tanto pesar, como el que allí dice el poeta, venía de lo mucho que se esperaba de él y que se frustró con su muerte.

Claro que.

Pienso que con su muerte (y la de su hermana, Isabel), se dio paso a la tercera hija de los reyes, Doña Juana, y así apareció en escena Carlos, su hijo. Y con Carlos, Don Juan de Austria.

Quiero creer que los versos del poeta se habrían escrito igual, y con mucha mayor razón, si Juan del Enzina hubiera conocido a Don Juan de Austria. Pero el poeta murió 20 años antes de que el héroe naciera.

Así las cosas, quinientos años después, a España, de la esperanza en Don Juan de Aragón y, más aún, de la grandeza de Don Juan de Austria, creo, usted disculpe, le queda poco (y esto por ser cortés...)







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Para qué tapar el sol con la mano... No hace mucho, me hicieron oír una larga y confusa exposición de un gurú filosófico que cerró con quintales de disparates un encuentro sobre catolicismo, ni más ni menos que en la Complutense de Madrid, el año pasado.

Los nombres no vienen al caso. Y ahórrense tiempo. El sacrificio mental ya lo hizo un servidor. Y a fe que no sabría decir por qué lo hice, salvo que el bodrio se me haya puesto en el camino para corroborar los versos del poeta: Triste España...


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La ilustración de esta entrada es un detalle de la espléndida imagen yacente de Don Juan de Austria que corona su sepulcro en la quinta cámara del Panteón de los Infantes, donde hoy descansan sus restos, en San Lorenzo de El Escorial.

La obra fue tallada por el escultor italiano, Giuseppe Galleoti, a mediados del siglo XIX.