Le dicen así y será, si así lo dicen, que sus motivos tienen.
Ya con eso solo, es cosa de darse una vuelta larga por los callejones y los boliches de Salta, a ver si es cierto que se encuentra uno al Cuchi Leguizamón cantando su
Zamba soltera, o la
del carnaval. Con suerte, consigue uno que le explique, en la
Zamba del pañuelo, lindezas criollas que valen.
Con tiempo -porque es tiempo lo que sobra ahora-, todavía puede uno topárselo a un Jaime Dávalos joven y oírle cómo canta
Sirviñaco, o ver cómo se le da por hacer poesía con
La baguala o cantarle una serenata a
Macacha Güemes.
¿Quién le dice?