Yo Yo Ma.
El cello.
Plasticidad, ductilidad.
Buen gusto.
Buena mano.
Alegría por la música.
Por ahora, para mí es suficiente.
El cello.
Plasticidad, ductilidad.
Buen gusto.
Buena mano.
Alegría por la música.
Por ahora, para mí es suficiente.
Brier, Skerry Ramblers, Paddy Reilly, Philomena Begley y, sobre todo en estas pampas, Séan Ó Sé (que canta mayormente en gaélico en esta selección).
Beag ar eolas, diría un irlandés. Es lo que son: poco conocidos. Y hay muchos así por allá.
Pero aquí están.
Olvidado, poco frecuentado, criticado severamente. Christian Ferras, francés.
El violinista de Herbert von Karajan en la Filarmónica de Berlín.
Decían que era frío. No pensaba así el director, claro.
Un juicio mejor dice otra cosa. Técnica sobria, depurada, sin vedetismo. Música, antes que la mano que la ejecuta.
Una vida difícil y un final desdichado a los 49 años.
Aquí una grabación de la espléndida versión de ambos en el concierto en Re mayor para violín número 35, de P. I. Tchaicovsky, tan difícil y magnífico.
La madrugada fue para un breve Pixinguinha, talentoso, uno de los compositores que más me gusta en el Brasil.
Ya lo volverán a oír por aquí.
(Ahora, claro... esa cosa de los brasileños de llamar Pixinguinha a Alfredo da Rocha Viana Filho, qué se yo, es simpática...)
En la iglesia de St. Andrew, en Toddington, Gloucestershire, Christopher Wilson, como laúd solista, y en dúo con Shirley Rumsey, grabaron en noviembre de 1995, una serie de piezas para laúd de autores venecianos de los siglos XV y XVI –entre los que hay un anónimo–, como Joan Ambrosio Dalza, Francesco Spinacino, Vincenzo Capirola y Franciscus Bossinensis.
Para una madrugada fresca y luminosa, es una compañía fresca y luminosa.