lunes, agosto 03, 2020

Triste España



Triste España sin ventura,
todos te deven llorar.
Despoblada de alegría,
para nunca en ti tornar.

Tormentos, penas, dolores,
te vinieron a poblar.
Sembrote Dios de plazer
porque naciesse pesar.

Hízote la más dichosa
para más te lastimar.
Tus vitorias y triunfos
ya se hovieron de pagar.

Pues que tal pérdida pierdes,
dime en qué podrás ganar.
Pierdes la luz de tu gloria
y el gozo de tu gozar

Pierdes toda tu esperança,
no te queda qué esperar.
Pierdes Príncipe tan alto,
hijo de reyes sin par.

Llora, llora, pues perdiste
quien te havía de ensalçar.
En su tierna juventud
te lo quiso Dios llevar.

Llevote todo tu bien,
dexote su desear,
porque mueras, porque penes,
sin dar fin a tu penar.

De tan penosa tristura
no te esperes consolar.

No es una novedad que Juan del Enzina fue grande en la música y en la poesía.

Cuando murió Don Juan de Aragón, en 1497, compuso esta tremenda elegía, cuyos versos se ven arriba y que dejo más abajo en varias versiones.

El joven, que murió en Salamanca a los 19 años, era Príncipe de Asturias, por ser hijo de los Reyes Católicos, y tanto pesar, como el que allí dice el poeta, venía de lo mucho que se esperaba de él y que se frustró con su muerte.

Claro que.

Pienso que con su muerte (y la de su hermana, Isabel), se dio paso a la tercera hija de los reyes, Doña Juana, y así apareció en escena Carlos, su hijo. Y con Carlos, Don Juan de Austria.

Quiero creer que los versos del poeta se habrían escrito igual, y con mucha mayor razón, si Juan del Enzina hubiera conocido a Don Juan de Austria. Pero el poeta murió 20 años antes de que el héroe naciera.

Así las cosas, quinientos años después, a España, de la esperanza en Don Juan de Aragón y, más aún, de la grandeza de Don Juan de Austria, creo, usted disculpe, le queda poco (y esto por ser cortés...)







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Para qué tapar el sol con la mano... No hace mucho, me hicieron oír una larga y confusa exposición de un gurú filosófico que cerró con quintales de disparates un encuentro sobre catolicismo, ni más ni menos que en la Complutense de Madrid, el año pasado.

Los nombres no vienen al caso. Y ahórrense tiempo. El sacrificio mental ya lo hizo un servidor. Y a fe que no sabría decir por qué lo hice, salvo que el bodrio se me haya puesto en el camino para corroborar los versos del poeta: Triste España...


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La ilustración de esta entrada es un detalle de la espléndida imagen yacente de Don Juan de Austria que corona su sepulcro en la quinta cámara del Panteón de los Infantes, donde hoy descansan sus restos, en San Lorenzo de El Escorial.

La obra fue tallada por el escultor italiano, Giuseppe Galleoti, a mediados del siglo XIX.