martes, julio 21, 2020

Mingo, Pedro y Cuco




Le hubiera gustado a Mingo sentarse en un pareán en Tlaquepaque o en San Miguel de Allende, una tardecita templada, para abril o mayo. Buscar una mesa y arrancar con una Indio o una Bohemia, fresca, no fría. Una botanita, una panelita, unos totopos, tortillitas, guacamole, un pico de gallo enchiladito. Y después, cuando empiezan a llegar los mariachis, pedir la botella y seguir con un Reposado, tranquilos, hay tiempo... Encender unos Delicados, unos Tigres...

Así, de pronto, se ponía a cantar con este Pedro Vargas joven que queda aquí, haciéndole la segunda. A don Pedro le habría encantado. A Cuco Sánchez lo dejaría cantar, escuchando con los ojos cerrados como solía.

¿Y qué haciendo un servidor? Jajaja...

¡Qué ocurrencia! ¿Haciendo? Nada. Mirar. Oír. Fascinado. De verlo feliz a Mingo.












viernes, julio 17, 2020

Tiempo que nos es dado



-Espero que no suceda en mi época -dijo Frodo.

-También yo lo espero -dijo Gandalf -, lo mismo que todos los que viven en este tiempo. Pero no depende de nosotros. Todo lo que podemos decidir es qué haremos con el tiempo que nos dieron.
Esto está en La sombra del pasado, que es el capítulo 2 del libro primero de la primera parte de El Señor de los Anillos.
“All we have to decide is what to do with the time that is given to us”.
¿Qué hacer?

Por ejemplo, oír a un virtuoso de la guitarra y notable compositor austrohúngaro, que murió en 1856 a los 50 años, y que no sé por qué pero tiene al menos tres nombres Caspar Joseph Mertz (así lo bautizaron), Johann Kaspar Mertz o lo que es lo mismo, en húngaro pero distinto, János Gáspár Mertz...

Lo que sea. Tiempo hay de sobra en estos tiempos. ¿Qué son más de dos horas y media?

No es tiempo perdido, créalo o no.










viernes, julio 10, 2020

Linda mano




Alguien tuvo la buena idea de compilar solos de guitarra que aquí toca Atahualpa Yupanqui.

Y el hombre tenía linda mano para las cuerdas.









viernes, julio 03, 2020

Un viejo amor (de ojos negros)




Es una de esas canciones con varios títulos, que no los pone el compositor sino el ir y venir de la música y de las gentes.

Por unos ojazos negros, Mi viejo Amor, son los más frecuentes, aunque la canción se llama Un viejo amor.

El mejicano de Aguascalientes, Alfonso Esparza Oteo, compuso la melodía en 1920. La letra es de un director de cine también azteca, Adolfo Fernández Bustamante.

De modo que esta pieza -la más famosa de Esparza en el entero planeta- cumple 100 años.

La letra tiene un aire como de tango, a mi sabor.

Él se aparta de ella y ella antes de desaparecer obligada por el desdén, llorando le recuerda al varón, le promete (¿le reprocha?, ¿le profetiza?) que un viejo amor no se olvida ni se deja. Pero, él la deja lo mismo.

Pasa el tiempo. Un día él vuelve a ver aquellos ojos que lo miran ahora casi como si no lo conocieran (algunas versiones dicen que esos ojazos negros lo miran con despecho, pero los mexicanos cantan que fue con despego y desprecio...). Y el sujeto se pregunta si ella habrá olvidado sus recuerdos y promesas, porque un viejo amor no se olvida ni se deja... Lo cual prueba que lo que ella le dijo la primera vez no era una promesa y sí más bien un advertencia. Digo yo, claro.

Queda en varias versiones, como suele pasar.

Y ya que estamos, recuerdo que hay algo parecido en la Tonada del viejo amor, que canta Eduardo Falú, y que acompaña con unos muy buenos versos Jaime Dávalos. Y para más decir, también hay tangos con títulos parecidos, que dicen más o menos lo mismo respecto de lo mismo.

Una más, y es la última: la famosa Ochi chyornye rusa, (Ojos negros, u oscuros, claro...), también anda por esos pagos de los recuerdos agridulces, también a partir de unos ojos negros. Y así terminamos por donde empezamos.


Todo lo dejo aquí para el oyente curioso.















miércoles, julio 01, 2020

Niamh




¿Por qué alguien haría una lista de 68 canciones de una cantante irlandesa que se llame Niamh Parsons y la publicaría aquí?

Su servidor lo haría porque me gusta lo que hace.

Y, a mayor abundamiento, diría que me gusta lo que hace porque lo que hace, lo hace muy bien.

No es fácil hacer muchas cosas bien. Y esta hija de Dublín lo ha logrado. Ha cantado en todas partes en los últimos 40 años. No ha grabado mucho, apenas unos 8 ó 9 discos. Pero su voz y su repertorio merecen un aplauso largo.

Otro dubliner, su amigo Graham Dunne, guitarrista fino, la acompaña hace ya unos 20 años y son parejos en calidad.

Se dice por allí que no es la baladista más famosa de Irlanda, pero sí la mejor.

A Niamh Parsons la trato hace bastante. Y siempre ha sido un gusto. Alguna vez la publiqué, pero, claro, no se puede confiar en la tecnología.

Por eso tiene que quedar otra vez aquí. Lo más que se pueda.

Advertencia: por feérica que resulte nuestra querida Niamh, si va a entrar, puede pasar que no tenga que tomarse este trago de irish ale todo de una vez. Le recuerdo que hay 68 canciones...