jueves, abril 28, 2016

Tromboncino


No era infrecuente en aquellos días que alguien llevara junto a su nombre de pila una especie de apellido que era en realidad un sobrenombre.

Bartolomeo Tromboncino era instrumentista y ejecutaba con maestría, entre otros, el trombón.

Pero también era compositor afamado y apreciado. Frottole eran aquellas canciones (que alguna vez he traído por aquí, como también al propio Bartolomeo) en las que se destacaba. De ellas vinieron los madrigali y desde allí a la ópera mediaba apenas un paso.

La biografía de Bartolomeo nos es esquiva todavía: no hay muchas páginas sobre su vida. Sabemos que Isabel D'Este y Lucrecia Borgia lo tenían en mucho y fueron sus protectoras y mecenas, tanto en Mantua como en Ferrara, dos de las varias ciudades en las que vivió.

Todo el mundo recuerda -a falta de otros datos- que mató a su esposa a los 29 años, por adulterio flagrante.

Algunos dicen que el amante escapó, otros dicen que lo dejo ir, otros dicen que le hizo compañía a la mujer. Los señores de Gonzaga, principales de la ciudad, le perdonaron la vida más de una vez, porque apreciaban su arte.

Tenía unos 64 años cuando murió, según se dice.

Lo admiro por su creatividad y la gentileza de sus composiciones. Un término que a principios del siglo XVI se entendía mucho mejor que ahora. Su buen gusto para ponerle notas a poemas de buen gusto -de Petrarca a Miguel Ángel, entre muchos otros- lo han hecho notable en la música italiana, cosa difícil de conseguir entre tanto talento.

Aquí queda una selección varia y en varios registros de sus obras mayormente profanas, con alguna de tema religioso.









sábado, abril 23, 2016

Colonials




Spirited sounds from across the sea to the shore of the new land, dicen en la presentación de Colonial America, un trabajo que el ensemble Hesperus, americanos del norte, grabó en 2003.

Y si es tan clarito, ¿para qué agregar más?: aires que cruzaron el mar de una costa a la otra, en tiempos que a su sabor llaman coloniales (de allí, tal vez, los compases franceses que se intrincan en las melodías inglesas...)

Y nada más. Salvo que Scott Raise y Tina Chancey animan el ensemble.










jueves, abril 21, 2016

Berger




El fraile Luis Berger fue un valón de notable actuación en las Misiones Guaraníticas. Su especialidad fue enseñar la pintura a los indios, cosa que hizo bien y con la que hizo el bien. Pero la música no le era ajena y se dedicó también a enseñar los instrumentos con el mismo empeño y buen suceso.

De él tomó nombre el ensemble argentino Louis Berger que se especializó en la música de aquellos tiempos barrocos americanos y en particular en la música que se hacía en las Misiones y virreinatos.

En un trabajo publicado en 1999, el ensemble grabó tres obras que aquí dejo.

Una, la Missa de Lima, pertenece a Roque Ceruti, un italiano de Milán que se instaló a principios del XVIII en Lima y tuvo cargos en las músicas de allí. Es, como si dijéramos, lo que Domenico Zipoli es a Paraguay. La culpa de que hubiera italianos notables por estas tierras en esos tiempos, hay que colgársela a don Felipe, el primer borbón (tal vez a sus dos sucesivas esposas itálicas...) que fue quien incorporó ese nuevo gusto musical en cuanto llegó al trono y lo exportó a las Indias.

Otra obra resulta ser una ópera-cantata que pertenece al dizque primer músico nacido de tierras americanas: fray Esteban Ponce de león, limeño.

Al final, un discípulo de Ceruti, Jose de Orejón y Aparicio, compuso una cantata que enhebra villancicos del Perú, en el estilo de su maestro.

Y por ahora parece bastante, asigún un servidor.








martes, abril 19, 2016

Avignon




Hubo en la corte papal de Aviñón, según dicen, un florecimiento de artes y músicas, que se nota también en otras partes de la Europa del siglo XIV y que se extendió al siglo siguiente por distintas vías y modos.

Para algunos, hay que decirlo, el florecimiento significó una cierta explosión de creatividades modernas, para usar un término descriptivo. Y no les falta del todo razón. No vale comparar con lo que vino después, claro, sino con lo que hubo antes o hasta allí.

Como quieran que haya sido, en aquellos días en aquellos lugares se acumularon gentes que hacían artes de todas suertes al amparo de lo siete papas que allí residieron antes del cisma occidental, y al parecer particularmente durante el papado de Clemente VI.

De este preciso preríodo toma inspiración La Main Harmonique, un ensemble francés formado por Frédéric Bétous, que, en ocasión de cumplirse los 700 años de la instalación papal en Aviñón, grabó este trabajo que aquí dejo en el que se nota claramente la incorporación de la polifonía, en lo que no tuvo poco que ver quel florecimiento del que hablé al principio. El ensemble es especialista en estas lides.

El título de la recopilación, Clemens Deus Artifex, procede del Gloria de la misa polifónica del período que aquí ejemplifico con estas músicas.










viernes, abril 15, 2016

Tientos




Difícil que un servidor se ponga a explicarle las diferencias entre recercadas, tientos, glosas y fugas.

Que para eso están los doctos y peritos, que saben cómo se hacen variaciones, glosas, contrapuntos y asuntos de esa guisa.

Solamente le alcanza al infrascrito para dejarle aquí el Tratado de Glosas (es decir, Tratado de glosas sobre cláusulas y otros géneros de puntos en la música de violones nuevamente puestos en luz, que así se llama en realidad) que en 1553 publicó su autor, Diego Ortiz, en español e italiano, porque calibró que no había textos que enseñaran el arte del violón, que él decía. La viola da gamba, sería ahora.

Precisamente, he allí el instrumento que ejecuta don Jordi Savall, con la compañía en esta ocasión de un cémbalo, en las manos de doña Genoveva Gálvez.




 







 

jueves, abril 14, 2016

Como el trigo verde


No hay modo.

Hay que oír tantas versiones distintas, tantas voces y ritmos, tantas dicciones.

Siempre tendrá el tono justo, el desgarro justo, la melancolía justa. Y eso es obra del poeta, más que nada, que vio y entendió.

Será, como dicen, que García Lorca, Miguel de Molina y el impagable Rafael de León, entre vinos, jereces y manzanillas, han conversado en una mesa de bar el asunto, y que el último puso en versos de papel, para gloria del cante.

Será.

No le hace. Bien por él.


Aquí quedan algunas de las innumerables formas de decir la cuestión.










miércoles, abril 13, 2016

1965




Faltaban unos meses para que cumpliera 9 años.

Y fue en el otoño de ese año que le apareció a un servidor uno de esos parteaguas en la vida: atrás queda lo de atrás y adelante viene una vida distinta.

Así que me va a tener que perdonar la confidencia.

1965. Un accidente me tuvo a la sombra casi un año entero, inquilino de un enorme y por entonces muy coqueto nosocomio porteño. Claro que allí, en los primeros meses, más muerto que vivo, no tenía mucho que hacer. Y en los meses siguientes, más preso que libre por las quebraduras y las mataduras, tampoco. Casi todo era leer: revistas de aventuras y vidas ejemplares, libros de hazañas, mitologías, la colección Robin Hood, rama masculina. Algún que otro raid en silla de ruedas por jardines y otras dependencias prohibidas, recibir atentas visitas de 16 a 19, oír los partidos del Auriazul en una bonita Spika forrada en cuero marrón. Conversaciones con otros inquilinos, todos casos desopilantes o de tratamientos de años. Y no mucho más.

¿Cómo que no mucho más?

Estaba la música, compadre. La música.

Algo sonaba en la Spika.

Pero mi tesoro era un tocadisco Wincofon monoaural -gris y beige, con toques marrones- que me habían dejado entrar de contabando y que tenía un lugar de honor en el cuarto, junto a la cama ortopédica, en una mesita ad hoc. Y más que el continente, me importaba el contenido, porque era único, en todo sentido: un disco CBS simple de 33 r.p.m..

Julio Sosa cantaba El Firulete, de Taboada y Mores. Cuando lo ponía del otro lado (¿cuál era el lado A?), sonaba Nada, de Sanguinetti y Dames.

O tempora...

Y si le digo que en esos días encontré -a los 8 años y pico- la puerta del tango, ¿me creería? Pues, mi amigo, créame porque así fue. ¿Obligado por la "prisión" hospitalaria? No, señor. No...


En estos días, con el óbito ilustre del ilustre y musicalmente facundo Mariano Mores, lo van a nombrar bastante. Se lo oirá aquí y allá, seguramente. Se dirá que es el autor de casi todo. Y cosas así.

Para mí, es un Wincofon monaural de mis meses a la sombra. Es un disco simple con una etiqueta anaranjada. Es El Firulete de su autoría, en la buena voz de Julio Sosa, el uruguayo.


¡Salud, don Mariano!


Y muchas gracias.













martes, abril 12, 2016

Serenissima


Una tarde serena, sin bulla y en soledad alegre, siempre es bienvenida.

Pero, por otra parte, atender el jardín unas dos o tres horas y con la lluvia en ciernes, es como preparase para un naufragio inminente.

El viento hace su trabajo, mientras tanto. Se ocupa de inquietar al navegante, moviendo nubes de amenaza que oscurecen la tarde, agita los ramajes, castiga las hojas emigrantes.

Un tiempo vivo, enérgico.

Bien por él.

Todo en el aire es una orquesta de aires de un cielo ronco y así resulta que la gravedad del fagot, el barítono de los vientos, es ahora el tono justo de la tarde. Entonces hubo que llamar a Vivaldi, que mora todavía en La Serenissima Repubblica di Venezia.

Lo trajeron I Musici, con Klaus Thunemann al fagot.




Y así, con la tarde serena ya cumplida, y el jardín hecho, fue pasando el día.










lunes, abril 11, 2016

La notte




Claro que sí: hay noches y noches. Hay fines del día y fines del día.


A veces, si el día fue largo -e il lavoro pesante, ma affascinante-, hay que buscarse un buon vino leggero, rosso, chiaro.

Y, sentado en el umbral de la cueva, prima che faccia notte in tutto, ver venir las nubes altas del noroeste que van cubriendo abril. Y dejarlas estar.


Y oír cantar en italiano. Cosas, canciones. Esas cosas que cantan los italianos.

Pero en italiano.


No sé por qué: pero el vino sabe mejor cuando oye cantar en italiano, como si supiera.









sábado, abril 09, 2016

De vuelta




Me parece que usted, cumpa, ni por pienso tiene la suerte que a veces tiene un servidor.

Termina un día. Llovizna suave, sobre mojado.

Un aire que va para viento mientras crece.

Vuelve uno al pago, ya todo otoño. El pago y uno, se entiende.

Todavía no es tan tarde. Y llega un antojo como una marea mansa: unos amargos. Amargo el mate de yerba fuerte, amargo y fuerte el tabaco.

Silencio en la noche recién nacida, vacíos los lugares, como dormidos. Ninguna amargura.

Y mate en mano, a la lumbre cenicienta del cigarro, se sienta uno cerca de la puerta de la cueva, a ver y oír finir el día, paladeando la penumbra clara de las nubes bajas y de una lámpara discreta, tenue.


Y Edmundo Rivero.

Hasta que la noche esté madura.














viernes, abril 08, 2016

Ambos dos




Mucho talento. Gran apasionamiento. Tal vez, demasiado de ambos.

En estos días del abril nuestro, tan propicios en su aire, en sus vientos de fronda, habrá que oírlo.

Claro que, si él habla por las manos de Maria João Pires, la cosa es distinta.

Ella lo amansa, lo conduce. Lo serena.


No pude encontrar más que dos de las 5 sonatas de Ludwig van Beethoven para piano y cello, hechas por las manos de la portuguesa, y allí acompañada por Antonio Meneses, no menos diestro al cello.




Es verdad que están disponibles las cinco según Barenboim-Du Pré, pero -aunque su arte de ella es emocionante- es tan poco feliz la historia de esa niña mágica y trágica, que prefiero no mentarla ahora.


Qué remedio. Sin embargo, y para que abril pase con bien, dejo aquí, entonces, las sonatas de Beethoven según Anner Bylsma, al violoncello, y Jos van Immerseel, al piano.








jueves, abril 07, 2016

Come back



When the world seems out of control, and it seems so insane, you can always come back to Pavarotti. 

Lo leí en el comentario a otro concierto, uno de 1986.

No sé si es verdad exactamente, así, con el aire universal de toda sentencia.

Pero.

Si es verdad que la Belleza salvará al mundo, algo habrá de la Belleza en toda belleza.


Es simpático este concierto en Hyde Park, todos bajo la lluvia durante una hora y feria.

Carlos, el príncipe (y Diana, q.e.p.d.), bajo la so british lluvia de Londres para oírlo a él.


Es de 1991. Cumple 25 años.



No: no se puede volver a 1991.

Pero se puede volver a Pavarotti.








miércoles, abril 06, 2016

Dolce fiamma




No se llevaban bien.

Y parece que hay que admitirlo, nomás, porque a poco que uno se fije eso es lo que dice la historia.

Motivos habría, quién sabe. Pero lo cierto es que no se llevaban bien.

Johann Sebastian y el menor de sus 20 hijos, Johann Christian. El padre murió cuando él tenía unos 15 años, pero alcanzó a decir que era medio tonto, así que probablemente tendría éxito. El chico, por su parte, se burlaba de la peluca de su padre, entre otras cosas. El padre le dio la música y él se fue a hacer la suya a Milán y a Londres, donde murió relativamente joven, y con fama, en 1782.

Fue en Londres, precisamente, donde conoció al niño Mozart, que por entonces era un prodigio de gira por Europa. Los dos se entendieron rápidamente. Hay quienes dicen que JC fue el paradigma admirado por WA y que siempre lo tuvo por un modelo a alcanzar. Vaya a saberse. Otros aseguran que Mozart aprendió mucho de su música del menor de los Bach.

*   *   *

Aquí en el sur, nuestro abril de otoño llegó con lluvias y lloviznas. Bien por él.

Así es propicio oír Cara, la dolce fiamma, una magnífica aria de Adriano en Siria, una de las óperas de Johann Christian, estrenada en Londres en 1765. Por más de 200 años a nadie le interesó. Recién en 1982 volvió a escena y, en abril 2015, se hizo una representación en la inglesa Escuela Real de Música, para conmemorar su estreno.

Pero a Mozart no se le escapó. En sus días, hizo una versión de la obra de su admirado Bach, hijo.


Quedan aquí tres versiones. Dos de ellas hechas por contratenores, porque el aria fue originalmente compuesta para un famosísimo castrato. La otra, la hace una soprano. Finalmente, la versión de Mozart.

Usted verá.










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El texto original de la ópera es obra del renombrado poeta y libretista Pietro Metastasio. Entre otros, Antonio Caldara y Pergolesi, además de Bach, hicieron versiones de su argumento, que originalmente no fue escrito para Bach.




sábado, abril 02, 2016

De cámara argentina


Nadie da lo que no tiene, es verdad. Como es frecuente ver que algunos hacen el gesto de dar, y se ve que no tienen.

Es claro también que, por otra parte, no todos dan lo que tienen.

Siempre es feliz ver que algunos efectivamente tienen lo que dan. Y que otros, no, claro, lo que por vía paradojal también tiene su felicidad.

Como fuere, al final, los que de veras son mejores -o son, a secas, sin más- resultan emblemáticos.

Entre otras razones, por esto mismo, unos dos años atrás, le hablé de Carlos Roldán, un prodigio raro.

¡Caramba, con el mocito...! Volvió por sus fueros y el año pasado grabó otro disco más.

Ya se lo había recomendado entonces. Y tengo que hacerlo otra vez.

El hombre de veras sabe hacer lo suyo. Con idéntica solvencia, con la misma prestancia y justeza. Para componer y para ejecutar, sin afectación. Para interpretar y para decir, sin pose.

Y mejora con los años, y eso se aprecia por infrecuente.

Lo que no ha cambiado es su generosidad, que es parte casi substancial de su arte. Y hasta diría -otra vez- que es de su persona, aunque no lo conozco sino por sus obras y gestos.


Así las cosas, y por todo lo dicho, esto es para mí -que no tengo por qué saberlo porque no tengo cómo- música de cámara argentina, verdaderamente.



 http://guitarrasdelamusicaargentina.blogspot.com.ar/



Ahora bien.

Siga la guitarra. Un enlace en el encordado, que aquí ve, lo llevará a una página en la que Carlos Roldán ha dejado sus músicas.

Una vez allí, fácilmente, verá lo que tiene que hacer para quedarse con los 18 discos, que lo esperan sin apuro, serenamente, en un listado a la derecha.