domingo, mayo 31, 2015

Ver hacer

La impresión en algo siempre un poco mágica de ver hacer la música.

Dos buenas guitarras nuevas del Brasil, las del dúo de João Luiz Rezende Lopes y Douglas Lora.

Es un concierto en la iglesia episcopaliana de la Trinidad, un templo de principios del XVIII en Boston, creo que en 2012.

Pero lo que importa ahora son las cuerdas sonando.









martes, mayo 26, 2015

Otoño /2


Hay toda suerte de otoño en la música. Tan cierto como que hay música en el otoño.

Para un servidor, y se entiende que esto es opinable (hasta cierto punto), los que quedan ahora aquí son ejemplos de lo mismo.

A saber,


Una sonata en sol menor para cello y continuo, de Henry Eccles, principios del siglo XVIII.




Un concierto para violín en re menor, de "Jean" Sibelius, de 1903.




Otra sonata para piano y cello en do menor, de Camillo Schumann, de 1932.




Y un concierto en re mayor para oboe, de Richard Strauss, de 1945.








domingo, mayo 24, 2015

Otoño




El otoño tiene eso.

Hay una música para el otoño y no sé si a todo mundo le sienta igual.

Tardes de cierta niebla, de ciertos humos de maderas que se mezclan con cierta niebla húmeda de los llanos húmedos de por aquí. Algo de frío, tal vez llovizne.

El fuego ayuda. Pero a veces basta la tarde de afuera vista desde la calidez de adentro.

Y la música de otoño, claro.


*   *   *


No sé por dónde andará ahora.

Supongo que fue allá por 1975 que compré un registro en cassette. Me acompañó durante años y viajes y hace años y viajes que ya no lo encuentro entre mis cosas. Y lo lamento.

Es música de otoño, y no me pregunte por qué. Pero es.

Stepháne Grapelli no necesita mucha presentación. Violín en clave de jazz. Sencillo, sin demasiada pompa ni afectación, pero sentido.

Aquí queda como sonaba cuando tenía aquellas músicas. Y con varios notables: Yehudi Menuhin (de juntos ellos eran mis músicas perdidas...), Oscar Peterson, Claude Bolling, Django Reinhardt, Michel Petrucciani, Baden Powell.









viernes, mayo 22, 2015

Lisboa (mesma canção, novamente)



Lo mejor es pronunciar la s como si fuera una sh suave. Así, Lisboa suena más dulce todavía.

Frente a la Torre de Belém y ante unas 25.000 personas, Mariza (Marisa dos Reis Nunes) cantó este concierto en 2005.

Lo dejo ahora como regalo de cumpleaños para esta espléndida intérprete de fado, nacida en Mozambique en 1973, precisamnte un 16 de diciembre.




Ya conocen a esta niña los que han pasado por aquí , y varias de estas 18 canciones ya estuvieron en estas páginas.

Pero, si no pueden verla y oírla otra vez, no estamos hablando el mismo idioma, mis cuates.


*   *   * 

Esto decía en diciembre del año pasado. Pero una mano sin sentimiento quitó la música.

Tengo que insistir: mesma canção, novamente. Claro que sí.

Y agregar otro poco de lo mismo. Ahora en Londres, en 2007.

Siempre ella, Mariza. Siempre fado.







miércoles, mayo 20, 2015

Viaje



Cuando empiece a caer el sol, este hondón de la sierra, un abra chica, tendrá una frescura intensa y aromada, suave.

Más lejos, sobre las piedras del río, todavía hay lagartijas al sol fuerte. De tanto en tanto, se siente el chapuzón súbito o la caída de agua constante y tronante en el socavón.

Pero no hace calor a esta hora aquí en el abra donde tiene la hostería "El Descanso" don Nicanor Bustos, serrano moreno, quieto y fornido, hombre de muchos años y risa limpia. Vive con su mujer y una chorrera de perros todos mansos y cumplidores como peones.

De aquí busco el agua de la vertiente, la de tomar. Hay que llegarse hasta una especie de patio y cruzar hasta la quinta por el borde de una pirca y sacar el agua de un pico. A veces vengo a buscar cosas de la quinta.

Cuando ando a caballo, bastante lejos del abra, todavía así alcanzo a oír el cello que suena en la tardecita con un eco fantasmal desde el fondo del valle y se esparce como viento.

Son pocas las veces que entro a la hostería solamente a oír. Me parece que molesto, que interrumpo. Entonces me siento en una piedra que hay bien a la entrada, bajo unos cedros centenarios, los únicos de alrededor. Los plantó el padre de Don Nico oí decir.

Pero desde la sombra del camino que lleva a los arcos de la galería de la hostería se oye magníficamente.

Siempre al atardecer, siempre fresco. Siempre sonoro y terrible el cello del abra.

Es un arquitecto y astrónomo que pasa temporadas aquí, en Cabalango. Viene de Río Cuarto y está en la orquesta de la universidad. Algunas veces he visto que viene con su hija, y ella lo acompaña con una viola dulce y vibrante como una calandria. También ella es de la orquesta.

Me paso horas de días oyendo lo que él dice que son ensayos y son conciertos.

Habla poco el arquitecto. Es bastante taciturno, de mirada melancólica pero animada a la vez. Curioso, vivaz, mira la sierra, los árboles y el abra cuando toca, como si buscara allá la música, en las cosas. Cada tanto, cierra los ojos y levanta la frente como en un lamento o en una congoja, y acompaña así la intensidad de las notas, la hondura, el filo hiriente de algunos acordes que parten el alma.

Sí, es de hablar poco, casi nada. Pero se entiende, después de todo. ¡Qué tendrá que hablar con un chico porteño de 10 años que lo oye tocar el cello, cada año, cada verano y algún que otro invierno, durante casi 10 años!

Sí, el chico es medio lugareño, es del pago un poco, pero es porteño, qué tanto... ¿Y qué sabe de cello, qué le importa la viola? Si acaso, y si pregunta, entonces se le habla de estrellas y del cielo...

Y así fue mi infancia y mi juventud de vacaciones en los veranos de Cabalango, Córdoba adentro, y en algunos pocos inviernos de aquellas sierras.

Hoy ya no es aquello. Pero de aquello me quedó la felicidad. Y el cello.

Dejo cello aquí para unas 12 horas. No es tanto. Es lo que duraría un viaje.











domingo, mayo 17, 2015

Luz en brumas




En Londres lo llamaban signor Nicola, también le decían il Napolitano. Y esto porque parece que de allí venía Nicola Matteis cuando llegó a la isla. 

De tierras de pizza, vino y sol fue a dar a la tierra del budín, las brumas y el whisky.

Eran tiempos barrocos.

Nadie sabe bien en qué momento de aquellos años de la década de 1650 nació, ni exactamente en qué lugar itálico.

Conté alguna vez aquí que en Britania lo tenían por un virtuoso extremo cuando ejectutaba el violín. En sus días, lo vivaban nobles y villanos. Y él como si nada, al parecer. Además de piezas notables, llegó a componer unos pocos libros valiosos para enseñar el instrumento. Al rato, se casó con una rica heredera de alcurnia, dejó la vida de las cuerdas en algún lugar y en algún momento después del casamiento y se retiró, como si se apartara del mundo, aunque no de las mundanidades: se ocupó de placeres tan extremosamente como lo hizo con su arte y ellos lo enfermaron hasta su muerte, cosa que ocurrió en la pobreza, dicen.

Alguna vez mencioné también que le cambió a los ingleses el modo de tocar y oír y gustar el violín. Supongo que les enseñó -de nuevo- a tomar vino, poniéndoles unas notas del sol de Il Mare a sus brumas. Que sería como decir que, con él, el violín brilló por allí un poco más soleado, y con más uva.

Queda sin saberse cuándo y por qué Nicola Matteis viajó y se afincó tan decididamente en Inglaterra. Como nadie sabe bien si aquel prodigio del arco murió a los 53 años o cerca de los 70; sí se atreven a asegurar que fue en Colkirk, como si dijéramos en Norfolk, East England.

Su vida toda está tramada en escorzos de misterios de gloria y miseria. Es claro que il signor Nicola se las ingenió para caminar este mundo sin andar dando demasiadas explicaciones, y al final evanesció en un mutis de contrastes.


Barroco, sí: claroscuros.

Pero los ingleses lo han rescatado de las sombras en el siglo pasado para que luzca su arte otra vez. Y lo quieren. Los que paladean música, se entiende.

Aquí queda algo más extenso de su obra, que ya menté alguna vez y que vuelve por sus méritos.


Buena compañía para días tan claros como oscuros.









lunes, mayo 04, 2015

AnnAnton




Y ya que andaba por estos rumbos...

Usan esos instrumentos imposibles de millares de cuerdas. Y los usan bien, a mi sabor.

Son Anna Kowalska y Anton Birula, polacos, y se unieron en un dúo que se llama, claro, LuteDuo.

Aquí queda un conjunto de músicas que muestran lo que hacen.









viernes, mayo 01, 2015

Chacona




Es ritmo de danza. Tiene origen en España, pero en la España que iba de un lado al otro de la mar océana. Digamos que es del siglo XVII.

Y de allí fue al entero orbe. Más rápida y sabrosa, más lenta y pastosa, según la mano que compone, según las modas, los gustos, el tiempo. Alemana, inglesa, francesa, italiana: prendió como una fiebre y duró un par de siglos hasta que se apagó.

No para mí, cumpa: la chacona siempre me cayó bien. Y así se ve y así se oye, porque varias veces la he puesto a lucir entre estas músicas.

Aquí queda una selección de variadas muestras del asunto. También se verá que hay trascipciones de una misma partitura para varios instrumentos, y eso para que se cate lo plástica que es la moza.